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De este modo se apropió José todo el suelo de Egipto para Faraón, pues los egipcios vendieron cada uno su campo porque el hambre les apretaba, y la tierra vino a ser de Faraón. (Génesis 47, 20)
Tan sólo las tierras de los sacerdotes no se las apropió, porque los sacerdotes tuvieron tal privilegio de Faraón, y comieron de dicho privilegio que les concedió Faraón. Por lo cual no vendieron sus tierras. (Génesis 47, 22)
espumas como el agua: ¡Cuidado, no te desbordes! porque subiste al lecho de tu padre; entonces violaste mi tálamo al subir. (Génesis 49, 4)
¡En su conciliábulo no entres, alma mía; a su asamblea no te unas, corazón mío!, porque estando de malas, mataron hombres, y estando de buenas, desjarretaron toros. (Génesis 49, 6)
Emplearon en ellos cuarenta días, porque este es el tiempo que se emplea con los embalsamados. Y los egipcios le lloraron durante setenta días. (Génesis 50, 3)
Le dijo: «No te acerques aquí; quita las sandalias de tus pies, porque el lugar en que estás es tierra sagrada.» (Exodo 3, 5)
Y añadió: «Yo soy el Dios de tu padre, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob.» Moisés se cubrió el rostro, porque temía ver a Dios. (Exodo 3, 6)
Toma también en tu mano este cayado, porque con él has de hacer las señales.» (Exodo 4, 17)
Respondió Yahveh a Moisés: «Ahora verás lo que voy a hacer con Faraón; porque bajo fuerte mano tendrá que dejarles partir y bajo fuerte mano él mismo los expulsará de su territorio.» (Exodo 6, 1)
Y todos los egipcios tuvieron que cavar en los alrededores del Río en busca de agua potable, porque no podían beber las aguas del Río. (Exodo 7, 24)
Moisés respondió: «No conviene que se haga así, porque el sacrificio que ofrecemos a Yahveh, nuestro Dios, es abominación para los egipcios. ¿No nos apedrearían los egipcios si ofreciéramos ante sus ojos un sacrificio que para ellos es abominable? (Exodo 8, 22)
Porque esta vez voy a enviar todas mis plagas sobre ti, sobre tus siervos y sobre tu pueblo para que sepas que no hay como yo en toda la tierra. (Exodo 9, 14)