Fondare 1242 Risultati per: padre de la nación

  • y esa misma noche el Señor se le apareció para decirle: "Yo soy el Dios de Abraham, tu padre: no temas, porque estoy contigo. Yo te bendeciré y multiplicaré tu descendencia, por amor a mi servidor Abraham". (Génesis 26, 24)

  • Rebeca había estado escuchando cuando Isaac hablaba con su hijo Esaú. Y apenas este se fue al campo a cazar un animal para su padre, (Génesis 27, 5)

  • Rebeca dijo a Jacob: "Acabo de oír que tu padre le decía a tu hermano Esaú: (Génesis 27, 6)

  • Ve al corral y tráeme de allí dos cabritos bien cebados. Yo prepararé con ellos una buena comida para tu padre, de esas que le agradan a él, (Génesis 27, 9)

  • Si mi padre me llega a tocar, pensará que me estoy burlando de él, y entonces atraeré sobre mí una maldición, y no una bendición". (Génesis 27, 12)

  • Jacob fue a buscar los cabritos, se los llevó a su madre, y ella preparó una buena comida, como le agradaba a su padre. (Génesis 27, 14)

  • Jacob se presentó ante su padre y le dijo: "¡Padre!". Este respondió: "Sí, ¿quién eres, hijo mío?". (Génesis 27, 18)

  • "Soy Esaú, tu hijo primogénito, respondió Jacob a su padre, y ya hice lo que me mandaste. Por favor, siéntate y come lo que cacé, para que puedas bendecirme". (Génesis 27, 19)

  • Él se acercó a su padre; este lo palpó y dijo: "La voz es de Jacob, pero las manos son de Esaú". (Génesis 27, 22)

  • "Entonces sírveme, continuó diciendo Isaac, y déjame comer lo que has cazado, para que pueda darte mi bendición". Jacob le acercó la comida, y su padre la comió; también le sirvió vino, y lo bebió. (Génesis 27, 25)

  • Luego su padre Isaac le dijo: "Acércate, hijo mío, y dame un beso". (Génesis 27, 26)

  • Apenas Isaac había terminado de bendecir a Jacob, en el preciso momento que este se apartaba de su padre, su hermano Esaú volvió de cazar. (Génesis 27, 30)


“Dirás tu o mais belo dos credos quando houver noite em redor de ti, na hora do sacrifício, na dor, no supremo esforço duma vontade inquebrantável para o bem. Este credo é como um relâmpago que rasga a escuridão de teu espírito e no seu brilho te eleva a Deus”. São Padre Pio de Pietrelcina