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el ciervo, la gacela, el venado, la cabra montés, el íbice, el antílope y la gamuza. (Deuteronomio 14, 5)
Por eso, los señores de Siquém preparaban emboscadas contra él en las cimas de los montes, y saqueaban a todos los que pasaban por allí. Abimélec fue informado de todo esto. (Jueces 9, 25)
Al ver las tropas, Gaal dijo a Zebul: "Mira esa gente que baja de la cima de los montes". "Es la sombra de los montes, y a ti te parecen hombres", le respondió Zebul. (Jueces 9, 36)
También algunos gaditas se pasaron a David en el refugio del desierto; eran hombres valerosos, guerreros preparados para el combate, diestros en el manejo del escudo y la lanza, con rostros de león y rápidos como gacelas de los montes. (I Crónicas 12, 9)
Pero antes de cuarenta días, el rey fue asesinado por sus dos hijos, que luego huyeron a los montes de Ararat. Su hijo Asaradón, reinó en lugar de él y confió a Ajicar, hijo de mi hermano Anael, la contabilidad y la administración general del reino. (Tobías 1, 21)
Yo conozco los pájaros de los montes y tengo ante mí todos los animales del campo. (Salmos 50, 11)
los montes saltaron como carneros y las colinas, como corderos. (Salmos 114, 4)
Montes, ¿por qué saltan como carneros, y ustedes, colinas, como corderos? (Salmos 114, 6)
Aquel que poco antes, llevado de una jactancia sobrehumana, creía dictar ordenes a las olas del mar y pensaba pesar en la balanza las cimas de los montes, era llevado en camilla, después de haber caído en tierra. Así ponía de manifiesto a los ojos de todos el poder de Dios. (II Macabeos 9, 8)
¡Ven conmigo del Líbano, novia mía, ven desde el Líbano! Desciende desde la cumbre del Amaná, desde las cimas del Sanir y del Hermón, desde la guarida de los leones, desde los montes de los leopardos. (Cantar 4, 8)
Crecí como un cedro en el Líbano y como un ciprés en los montes del Hermón; (Eclesiástico 24, 13)
Alza tus ojos a los montes desolados y mira: ¿dónde no has sido violada? Te sentabas a la espera junto a los caminos, como el árabe en el desierto; así has contaminado el país con tus prostituciones y tu maldad. (Jeremías 3, 2)