Fondare 1882 Risultati per: había

  • A la madrugada del día siguiente, Abraham ensilló su asno, tomó consigo a dos de sus servidores y a su hijo Isaac, y después de cortar la leña para el holocausto, se dirigió hacia el lugar que Dios le había indicado. (Génesis 22, 3)

  • Cuando llegaron al lugar que Dios le había indicado, Abraham erigió un altar, dispuso la leña, ató a su hijo Isaac, y lo puso sobre el altar encima de la leña. (Génesis 22, 9)

  • Después de un tiempo, Abraham recibió la noticia de que también Milcá había dado hijos a su hermano Najor: (Génesis 22, 20)

  • Abraham aceptó la propuesta de Efrón, y teniendo por testigos a los descendientes de Het, pesó la cantidad que aquel le había fijado: cuatrocientos siclos de plata, según la tasación corriente entre los comerciantes. (Génesis 23, 16)

  • Abraham ya era un anciano de edad avanzada, y el Señor lo había bendecido en todo. (Génesis 24, 1)

  • Aún no había terminado de hablar, cuando Rebeca, la hija de Betuel -el cual era a su vez hijo de Milcá, la esposa de Najor, el hermano de Abraham- apareció con un cántaro sobre el hombro. (Génesis 24, 15)

  • Era una joven virgen, de aspecto muy hermoso, que nunca había tenido relaciones con ningún hombre. Ella bajó a la fuente, llenó su cántaro, y cuando se disponía a regresar, (Génesis 24, 16)

  • Este, apenas vio el anillo y las pulseras que traía su hermana, y le oyó contar todo lo que el hombre le había dicho, salió rápidamente y se dirigió hacia la fuente en busca de él. Al llegar, lo encontró con sus camellos junto a la fuente. (Génesis 24, 30)

  • Entretanto, Isaac había vuelto de las cercanías del pozo de Lajai Roí, porque estaba radicado en la región del Négueb. (Génesis 24, 62)

  • El servidor contó a Isaac todas las cosas que había hecho, (Génesis 24, 66)

  • Es el campo que Abraham había comprado a los descendientes de Het. Allí fueron enterrados él y su esposa Sara. (Génesis 25, 10)

  • Cuando llegó el momento del parto, resultó que había mellizos en su seno. (Génesis 25, 24)


“Vive-se de fé, não de sonhos.” São Padre Pio de Pietrelcina