Fondare 517 Risultati per: espíritu humano

  • enséñame a hacer tu voluntad, porque tú eres mi Dios. Que tu espíritu bondadoso me conduzca por una tierra llana. (Salmos 143, 10)

  • Señor, ¿qué es el hombre para que tú lo cuides, y el ser humano, para que pienses en él? (Salmos 144, 3)

  • Al oír estas palabras, se enardeció el espíritu del pueblo (I Macabeos 13, 7)

  • Además, se hacía constar que Salomón, lleno del espíritu de sabiduría, ofreció el sacrificio de la dedicación y la terminación del Templo. (II Macabeos 2, 9)

  • "Yo no sé cómo ustedes aparecieron en mis entrañas; no fui yo la que les dio el espíritu y la vida ni la que ordenó armoniosamente los miembros de su cuerpo. (II Macabeos 7, 22)

  • Pero sé que el Creador del universo, el que plasmó al hombre en su nacimiento y determinó el origen de todas las cosas, les devolverá misericordiosamente el espíritu y la vida, ya que ustedes se olvidan ahora de sí mismos por amor de sus leyes". (II Macabeos 7, 23)

  • Yo te suplico, hijo mío, que mires al cielo y a la tierra, y al ver todo lo que hay en ellos, reconozcas que Dios lo hizo todo de la nada, y que también el género humano fue hecho de la misma manera. (II Macabeos 7, 28)

  • Cuando ya estaba completamente exangüe, se arrancó las entrañas y, tomándolas con ambas manos, las arrojó contra aquella gente. Así, invocando al Señor de la vida y del espíritu para que un día se las devolviera, murió aquel hombre. (II Macabeos 14, 46)

  • Un corazón contento alegra el semblante, un corazón afligido abate el espíritu. (Proverbios 15, 13)

  • Antes de la catástrofe está el orgullo, y antes de la caída, el espíritu altanero. (Proverbios 16, 18)

  • Un corazón alegre es el mejor remedio, pero el espíritu abatido reseca los huesos. (Proverbios 17, 22)

  • El espíritu de un hombre lo sostiene en su enfermedad, pero ¿quién levantará a un espíritu abatido? (Proverbios 18, 14)


“Quando a videira se separa da estaca que a sustenta, cai, e ao ficar na terra apodrece com todos os cachos que possui. Alerta, portanto, o demônio não dorme!” São Padre Pio de Pietrelcina