Fondare 16 Risultati per: cubrían

  • La tierra era algo informe y vacío, las tinieblas cubrían el abismo, y el soplo de Dios aleteaba sobre las aguas. (Génesis 1, 2)

  • Una vez, durante el período en que el rebaño entra en celo, yo tuve un sueño. De pronto vi que los chivos que cubrían a las cabras eran rayados, manchados o moteados. (Génesis 31, 10)

  • Los querubines tenían las alas extendidas hacia arriba, y con ellas cubrían la tapa; estaban uno frente al otro, con sus rostros vueltos hacia ella. (Exodo 37, 9)

  • Se envolvió en un manto de tinieblas; un oscuro aguacero y espesas nubes lo cubrían como un toldo; (II Samuel 22, 12)

  • a los albañiles y a los talladores de piedras, y también para comprar la madera y las piedras talladas con que se reparaba la Casa del Señor. Así se cubrían todos los gastos necesarios para reparar la Casa. (II Reyes 12, 13)

  • Se envolvió en un manto de tinieblas; un oscuro aguacero y espesas nubes lo cubrían como un toldo; (Salmos 18, 12)

  • y vi que las ortigas habían crecido por todas partes, los cardos cubrían la superficie y su cerco de piedras estaba demolido. (Proverbios 24, 31)

  • Unos serafines estaban de pie por encima de él. Cada uno tenía seis alas: con dos se cubrían el rostro, y con dos se cubrían los pies, y con dos volaban. (Isaías 6, 2)

  • Estos dioses de madera recubiertos de plata y oro no pueden salvarse de ladrones y salteadores; los más fuertes les arrancan el oro y la plata y se van con las vestiduras que los cubrían, sin que ellos se puedan socorrer a sí mismos. (Baruc 6, 57)

  • Sus alas estaban extendidas hacia lo alto: cada uno tenía dos alas que se tocaban entre sí y otras dos que les cubrían el cuerpo. (Ezequiel 1, 11)

  • Ellos estaban debajo de la plataforma con las alas erguidas, tocándose una a la otra, mientras las otras dos les cubrían el cuerpo. (Ezequiel 1, 23)

  • Al mirar, vi que los huesos se cubrían de nervios, que brotaba la carne y se recubrían de piel, pero no había espíritu en ellos. (Ezequiel 37, 8)


“Não se desencoraje, pois, se na alma existe o contínuo esforço de melhorar, no final o Senhor a premia fazendo nela florir, de repente, todas as virtudes como num jardim florido.” São Padre Pio de Pietrelcina