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  • Él hizo además dos capiteles para colocarlos arriba de las columnas; estos eran de bronce fundido. La altura del primer capitel era de dos metros y medio, y el segundo tenía la misma altura. (I Reyes 7, 16)

  • Hizo unas molduras en forma de red y frisos en forma de guirnaldas para los capiteles que estaban encima de las columnas: siete para el primer capitel y siete para el segundo. (I Reyes 7, 17)

  • Hizo también las granadas: puso dos hileras alrededor de una de las redes, para cubrir los capiteles que remataban las columnas, y lo mismo hizo para el segundo capitel. (I Reyes 7, 18)

  • Los capiteles que estaban encima de las columnas, en el vestíbulo del Templo, tenían una moldura en forma de azucena y medían dos metros. (I Reyes 7, 19)

  • En los capiteles superpuestos a las dos columnas, también en la parte superior, a lo largo del ensanchamiento que estaba más allá de la red, había doscientas granadas distribuidas en hileras circulares, sobre los dos capiteles. (I Reyes 7, 20)

  • las dos columnas, las dos esferas de los capiteles que remataban las columnas, las dos redes para cubrir las dos esferas de los capiteles que estaban encima de las columnas; (I Reyes 7, 41)

  • las cuatrocientas granadas para las dos redes, dos hileras de granadas para cada red, a fin de cubrir las dos esferas de los capiteles que estaban encima de las columnas; (I Reyes 7, 42)

  • Luego puso un ternero en Betel y el otro en Dan. (I Reyes 12, 29)

  • Además, celebró una fiesta el día quince del octavo mes, como la fiesta que se celebraba en Judá, y subió al altar. Esto lo hizo en Betel, donde ofreció sacrificios a los terneros que había fabricado. En Betel estableció a los sacerdotes de los lugares altos que había erigido. (I Reyes 12, 32)

  • El día quince del octavo mes -fecha que había elegido arbitrariamente- subió al altar que había levantado en Betel. Así celebró una fiesta para los israelitas, y subió al altar para quemar incienso. (I Reyes 12, 33)

  • Un hombre de Dios vino de Judá a Betel, por orden del Señor, mientras Jeroboám estaba de pie junto al altar para quemar incienso. (I Reyes 13, 1)

  • Al oír la palabra que el hombre de Dios proclamaba contra el altar de Betel, Jeroboám extendió su brazo desde encima del altar, diciendo: "¡Deténganlo!". Pero el brazo que había extendido hacia el hombre de Dios le quedó paralizado, y no pudo volverlo atrás. (I Reyes 13, 4)


“Deve-se caminhar em nuvens cada vez que se termina uma confissão!” São Padre Pio de Pietrelcina