Fondare 39 Risultati per: veían
La Gloria de Yavé estaba en la cumbre del monte y los hijos de Israel la veían semejante a un fuego ardiente; (Exodo 24, 17)
Si hasta vimos gigantes. A su lado teníamos la impresión de que éramos langostas y así nos veían ellos". (Números 13, 33)
Tenía Moisés ciento veinte años cuando murió. No había perdido su vigor y sus ojos veían aún claramente. (Deuteronomio 34, 7)
Dio esta orden a sus mensajeros: «Esto dirán a todos los israelitas: ¿Se ha visto alguna vez cosa semejante desde que los israelitas subieron del país de Egipto hasta hoy? Piensen en ello, consulten y tomen una decisión.» Todos los que lo veían, decían: «Nunca ha ocurrido ni se ha visto cosa igual desde que los israelitas subieron del país de Egipto hasta hoy.» (Jueces 19, 30)
Estas barras eran tan largas que sus puntas se veían desde el Lugar Santo que precede al Lugar Santísimo; pero no se veían desde afuera. Y permanecieron allí hasta el día de hoy. (1 Reyes 8, 8)
Cuando veían que la caja estaba llena, un secretario del rey venía y, con el sumo sacerdote, la sacaban y contaban el dinero. (2 Reyes 12, 11)
Aquella misma noche, salió el Angel de Yavé y mató en el campamento asirio a ciento ochenta y cinco mil soldados; a la hora de despertar, sólo se veían cadáveres. (2 Reyes 19, 35)
Josías se conformó en todo a las palabras de la Ley escritas en el libro que el sacerdote Helquías había encontrado en la Casa de Yavé. Fue así como eliminó a los espiritistas y a los adivinos, los idolitos familiares y los ídolos, y todas esas cosas asquerosas que se veían en el país de Judá y en Jerusalén. (2 Reyes 23, 24)
Las varas eran tan largas que se veían sus puntas desde el Lugar Santo, desde la parte anterior al Lugar Santísimo, pero no se veían desde fuera; y allí están hasta el día de hoy. (2 Crónicas 5, 9)
Cuando llevaban la caja a los inspectores del rey, por medio de los levitas, si veían que había mucho dinero, venía el secretario del rey y el inspector del sumo sacerdote para vaciar la caja; luego la tomaban y volvían a su lugar. Así lo hacían cada día, y recogían dinero en abundancia. (2 Crónicas 24, 11)
Tobit, contento y alabando a Dios, salió al encuentro de su nuera a la puerta de Nínive. Todos los que lo veían caminar sin ayuda de nadie quedaban maravillados. Tobit proclamaba delante de ellos que Dios había tenido piedad de él y lo había sanado. (Tobías 11, 16)
Ustedes me veían comer y hablar, pero sólo era apariencia. (Tobías 12, 19)