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Dice la Escritura: Yo voy a colocar en Sión una piedra angular, escogida y preciosa; quien se afirme en ella no quedará defraudado. (1º Carta de Pedro 2, 6)
Pero ustedes son una raza elegida, un reino de sacerdotes, una nación consagrada, un pueblo que Dios hizo suyo para proclamar sus maravillas; pues el los ha llamado de las tinieblas a su luz admirable. (1º Carta de Pedro 2, 9)
Lleven una vida ejemplar en medio de los que no conocen a Dios; de este modo, esos mismos que los calumnian y los tratan de malhechores, notarán sus buenas obras y darán gloria a Dios el día en que los visite. (1º Carta de Pedro 2, 12)
El cargó con nuestros pecados en el madero de la cruz, para que, muertos a nuestros pecados, empezáramos una vida santa. Y por su suplicio han sido sanados. (1º Carta de Pedro 2, 24)
sino bendigan en sus corazones al Señor, a Cristo; estén siempre dispuestos para dar una respuesta a quien les pida cuenta de su esperanza, (1º Carta de Pedro 3, 15)
me refiero a esas personas que se negaron a creer en tiempo de Noé, cuando se iba acabando la paciencia de Dios y Noé ya estaba construyendo el arca. Pero algunas personas, ocho en total, entraron al arca y se salvaron a través del agua. (1º Carta de Pedro 3, 20)
Ustedes reconocen en esto la figura del bautismo que ahora los salva; no esperaban de él una limpieza corporal, sino que pidieron a Dios una renovación interior por medio de la resurrección de Cristo Jesús. (1º Carta de Pedro 3, 21)
Sobre todo ámense de verdad unos a otros, pues el amor hace perdonar una multitud de pecados. (1º Carta de Pedro 4, 8)
Sería una lástima que alguno tuviera que sufrir por asesino, ladrón, malhechor o delator; (1º Carta de Pedro 4, 15)
Así, cuando aparezca el Jefe de los Pastores, recibirán en la Gloria una corona que no se marchita. (1º Carta de Pedro 5, 4)
Carta de Simeón Pedro, servidor y apóstol de Cristo Jesús, a todos aquellos que tuvieron la suerte, como la tuvimos nosotros, de recibir una fe tan preciosa y de ser renovados por nuestro Dios y Salvador Jesucristo. (2º Carta de Pedro 1, 1)
cuando recibió de Dios Padre gloria y honor. En ese momento llegó sobre él una palabra muy extraordinaria de la gloriosa Majestad: «Este es mi Hijo muy querido, el que me agradó eligir.» (2º Carta de Pedro 1, 17)