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Ahora escúchenme los demás de Tiatira que no comparten esa doctrina: no los heriré a ustedes que no han conocido sus «misterios», como ellos dicen, que son los misterios de Satanás. (Apocalipsis 2, 24)
Yo contesté: «Señor, tú lo sabes.» El Anciano me replicó: «Esos son los que vienen de la gran persecución; han lavado y blanqueado sus vestiduras con la sangre del Cordero. (Apocalipsis 7, 14)
Cantan un cántico nuevo delante del trono y delante de los cuatro Vivientes y de los Ancianos. Y nadie podía aprender aquel canto, a excepción de los ciento cuarenta y cuatro mil que han sido rescatados de la tierra. (Apocalipsis 14, 3)
Estos son los que no se mancharon con mujeres: son vírgenes. Estos siguen al Cordero adondequiera que vaya; estos son como las primicias, pues han sido rescatados de entre los hombres para Dios y el Cordero. (Apocalipsis 14, 4)
Entonces el ángel metió la hoz e hizo la vendimia, echando todos los racimos de uva en el gran lagar de la cólera de Dios. (Apocalipsis 14, 19)
¿Quién no dará honor y gloria a tu Nombre, oh Señor? Tú solo eres santo, y todas las naciones vendrán y se postrarán ante ti, porque tus fallos se han dado a conocer. (Apocalipsis 15, 4)
Y son también siete reyes, de los cuales cinco han caído ya, uno está en el poder y el otro no ha llegado aún, y cuando llegue, habrá de durar poco tiempo. (Apocalipsis 17, 10)
Los diez cuernos son diez reyes que todavía no han recibido el reino, pero tendrán poder por una hora junto a la bestia. (Apocalipsis 17, 12)
porque con el vino de su prostitución se han emborrachado todas las naciones; los reyes de la tierra pecaron con ella, y los comerciantes del mundo se hicieron ricos con ella, pues era buena para gastar.» (Apocalipsis 18, 3)
porque sus pecados se han apilado hasta el cielo y Dios se ha acordado de sus maldades. (Apocalipsis 18, 5)
Y echando polvo sobre su cabeza, decían llorando y lamentándose: «¡Ay, ay de la Gran Ciudad, donde se hicieron muy ricos, gracias a su lujo, cuantos tenían naves en el mar! ¡En una hora ha quedado devastada!» (Apocalipsis 18, 19)
Alegrémonos, regocijémonos démosle honor y gloria, porque han llegado las bodas del Cordero. Su esposa se ha engalanado, (Apocalipsis 19, 7)