Fondare 50 Risultati per: brazo

  • Yavé, el Santo, se ha arremangado su brazo a la vista de las naciones, y han visto, hasta los extremos del mundo, la salvación de nuestro Dios. (Isaías 52, 10)

  • No, no es que el brazo de Yavé no alcance a salvar, ni que su oído esté demasiado sordo para oír. (Isaías 59, 1)

  • Yavé lo ha jurado por su mano derecha y por su forzudo brazo: «Ya no entregaré más tu trigo, y tus enemigos no se lo comerán; los extranjeros no tomarán más tu vino, que tanto te costó producir, (Isaías 62, 8)

  • Miré a mi alrededor y me asombré: no había quien me ayudara. Así es que no conté más que con mi brazo y mi enojo me dio fuerzas. (Isaías 63, 5)

  • «Ah, Señor Yavé, tú has hecho los cielos y la tierra con tu inmenso poder y con la fuerza de tu brazo. ¡Para ti nada es imposible! (Jeremías 32, 17)

  • El poder de Moab se ha venido abajo, ha sido herido su brazo. (Jeremías 48, 25)

  • En el ardor de su cólera ha quebrado toda la fuerza de Israel, ha retirado la protección de su brazo frente al enemigo, ha prendido en Jacob como fuego llameante que devora por todas partes. (Lamentaciones 2, 3)

  • Y ahora, Señor, Dios de Israel, tú que sacaste a tu pueblo de Egipto con firme mano, con señales y milagros, con gran poderío y brazo fuerte, haciendo así famoso tu Nombre hasta el día de hoy, (Baruc 2, 11)

  • Volverás tu mirada y tu brazo desnudo hacia Jerusalén sitiada y profetizarás contra ella. (Ezequiel 4, 7)

  • "Hijo de hombre, rompí el brazo del Faraón, rey de Egipto, y nadie vino a cuidarlo o a aplicarle un remedio para que tuviera fuerza para empuñar la espada. (Ezequiel 30, 21)

  • Por eso, esto dice Yavé: Me dirigiré en contra del Faraón, rey de Egipto, le romperé el brazo y haré que se le caiga la espada de la mano. (Ezequiel 30, 22)

  • extirparé de Asdod a todos sus pobladores y de Ascalón al que empuña el cetro; volveré luego mi brazo contra Ecrón y perecerán los que quedan de los filisteos», dice el Señor Yavé. (Amós 1, 8)


“A divina bondade não só não rejeita as almas arrependidas, como também vai em busca das almas teimosas”. São Padre Pio de Pietrelcina