Fondare 149 Risultati per: Profecía de Samuel

  • Entonces Samuel declaró: «Hoy Yavé te ha arrancado el reino de Israel y se lo ha dado a otro mejor que tú.» (1 Samuel 15, 28)

  • Volvió Samuel con Saúl y éste se postró ante Yavé. (1 Samuel 15, 31)

  • Después dijo Samuel: «Tráiganme a Agag, rey de los amalecitas.» Y vino Agag hacia él muy tranquilo, pues pensaba: «Ha pasado el peligro.» (1 Samuel 15, 32)

  • Pero Samuel le dijo: «Así como tu espada ha dejado sin hijos a tantas madres, así tu madre será madre sin hijos.» Y Samuel degolló a Agag delante de Yavé en Guilgal. (1 Samuel 15, 33)

  • Después se retiró Samuel para Ramá, y Saúl a su casa en Guibea de Saúl. Samuel no vio más a Saúl hasta el día de su muerte. Y lloraba por él, porque Yavé se había arrepentido de haberlo hecho rey de Israel. (1 Samuel 15, 34)

  • Yavé dijo a Samuel: «Yo soy el que ha rechazado a Saúl y he decidido que no reinará más sobre Israel. ¿Hasta cuándo, pues, vas a estar llorando por él? Llena tu cuerno de aceite, pues quiero que vayas a casa de Jesé, del pueblo de Belén, porque he elegido a uno de sus hijos para ser mi rey.» (1 Samuel 16, 1)

  • Samuel contestó: «¿Cómo voy a ir? Si se entera Saúl me matará.» Respondió Yavé: «Lleva una ternera e irás como para ofrecer un sacrificio. (1 Samuel 16, 2)

  • Cumplió Samuel lo que Yavé le había mandado. Cuando llegó a Belén, los jefes de la ciudad salieron temblando a su encuentro y le preguntaron: «¿Vienes en son de paz?» (1 Samuel 16, 4)

  • Samuel respondió: «Sí, he venido a sacrificar a Yavé. Purifíquense y vengan conmigo al sacrificio.» Samuel purificó a Jesé y a sus hijos y los invitó al sacrificio. (1 Samuel 16, 5)

  • Cuando ellos se presentaron, Samuel vio a Eliab, el mayor de edad, y se dijo: «Sin duda éste será el elegido.» (1 Samuel 16, 6)

  • Pero Yavé dijo a Samuel: «No mires su apariencia ni su gran estatura, porque lo he descartado. Pues la mirada de Dios no es la del hombre; el hombre mira las apariencias, pero Yavé mira el corazón.» (1 Samuel 16, 7)

  • Llamó Jesé a su hijo Abinadab y lo hizo pasar ante Samuel, quien dijo: «Tampoco a éste ha elegido Yavé.» (1 Samuel 16, 8)


“A pessoa que nunca medita é como alguém que nunca se olha no espelho e, assim, não se cuida e sai desarrumada. A pessoa que medita e dirige seus pensamentos a Deus, que é o espelho de sua alma, procura conhecer seus defeitos, tenta corrigi-los, modera seus impulsos e põe em ordem sua consciência.” São Padre Pio de Pietrelcina