Fondare 136 Risultati per: Cincuenta

  • Tenía dieciséis años cuando comenzó a reinar y reinó cincuenta y dos años en Jerusalén; su madre era Jolía, de Jerusalén. (2 Reyes 15, 2)

  • Menajem exigió el dinero a todos los hombres ricos e importantes de Israel, para darlo al rey de Asur: cincuenta monedas de plata cada uno. Con esto, se volvió el rey de Asur y no se detuvo allí en el país. (2 Reyes 15, 20)

  • Pecajías, hijo de Menajem, comenzó a reinar sobre Israel, en Samaria, el año cincuenta de Azarías, rey de Judá. Reinó dos años, (2 Reyes 15, 23)

  • Su general ayudante Pecaj, hijo de Romelías, se rebeló contra él y, encabezando unos cincuenta hombres de la provincia de Galaad, vino a darle muerte en Samaria, en la torre del palacio. Muerto el rey, Pecaj le sucedió. (2 Reyes 15, 25)

  • En el año cincuenta y dos de Azarías, rey de Judá, Pecaj, hijo de Romelías, comenzó a reinar sobre Israel, en su capital Samaria. Reinó veinte años (2 Reyes 15, 27)

  • Manasés tenía doce años cuando comenzó a reinar, y reinó durante cincuenta y cinco años en Jerusalén. Su madre se llamaba Hepsiba. (2 Reyes 21, 1)

  • Los hijos de Ulam eran valientes guerreros y manejaban el arco. Tuvieron numerosos hijos y nietos: ciento cincuenta. Todos éstos eran de los hijos de Benjamín. (1 Crónicas 8, 40)

  • y sus hermanos, según sus genealogías: novecientos cincuenta y seis. Todos éstos eran jefes de familias en sus respectivas casas paternas. (1 Crónicas 9, 9)

  • De Zabulón, cincuenta mil, aptos para salir a campaña, ejercitados en todas las armas de guerra, que se ordenaban con resolución. (1 Crónicas 12, 34)

  • Traían de allí un carro por seiscientos siclos de plata, y un caballo por ciento cincuenta. Los traían también como intermediarios para todos los reyes de los heteos y todos los reyes de Aram. (2 Crónicas 1, 17)

  • Salomón hizo la cuenta de todos los extranjeros que había en la tierra de Israel, según el censo hecho por David, su padre; y se halló que eran ciento cincuenta y tres mil seiscientos. (2 Crónicas 2, 16)

  • Los clavos de oro pesaban cincuenta siclos. Cubrió también de oro las salas altas. (2 Crónicas 3, 9)


“O Anjo de Deus não nos abandona jamais.” São Padre Pio de Pietrelcina