Cattolica Bibbia
 

Sirácides (Eclesiástico), 39

23. Pero los paganos se harán acreedores a su cólera, como cuando convirtió una tierra de regadío en una superficie de sal.

Versi relativi a Sirácides (Eclesiástico), 39:

Eclesiástico 39 es un capítulo que ensalza la sabiduría de Dios y habla sobre la grandeza de sus obras. En él, se destaca la importancia de buscar sabiduría divina y glorificar al Señor a través de sus obras. A continuación hay cinco versos relacionados con los temas cubiertos en este capítulo:

Salmo 111:10: "El miedo al Señor es el principio de la sabiduría; todos los que cumplen con sus preceptos revelan el sentido común. Será alabado para siempre". Este versículo destaca la importancia de temer a Dios y obedecer sus preceptos como una forma de adquirir sabiduría y discernimiento.

Trabajo 28:28: "Y le dijo al hombre: 'El miedo al Señor es sabiduría; la desviación del mal es la comprensión". Aquí nuevamente se enfatiza la importancia del miedo a Dios como base para la sabiduría, pero también se menciona el papel de alejarse del mal.

Proverbios 2:6-7: "Porque el Señor da sabiduría; de su boca viene conocimiento y comprensión. Se reserva sabio a los justos, es un escudo para aquellos que caminan con integridad". Estos versos señalan que la sabiduría proviene de Dios y que es una protección para aquellos que viven con integridad.

Salmo 104:24: "¡Cuántas son tus obras, Señor! Las has hecho todas con sabiduría; la tierra está llena de seres que creaste". En este versículo, se enfatiza la grandeza de las obras de Dios y la sabiduría con la que se hicieron.

Proverbios 3:19: "El Señor con sabiduría fundó la tierra; con la comprensión, estableció los cielos". Aquí se enfatiza que Dios usó su sabiduría para crear la tierra y establecer el cielo. Esto refuerza la idea de que la sabiduría proviene de Dios y que es importante buscarla para comprender la grandeza de sus obras.





“Se quisermos colher é necessário não só semear, mas espalhar as sementes num bom campo. Quando as sementes se tornarem plantas, devemos cuidá-las para que as novas plantas não sejam sufocadas pelas ervas daninhas.” São Padre Pio de Pietrelcina