Marcos, 8
7. Tenían también unos pocos pececillos. Y, pronunciando la bendición sobre ellos, mandó que también los sirvieran.
7. Tenían también unos pocos pececillos. Y, pronunciando la bendición sobre ellos, mandó que también los sirvieran.
El Capítulo 8 del Libro de Marcos comienza con la historia de la comida de los cuatro mil, donde Jesús multiplicó siete panes y algunos peces para alimentar a una multitud de personas. Entonces Jesús y sus discípulos viajan a la región de Bethaida, donde cura a un ciego. Entonces Jesús le pregunta a sus discípulos: "¿Y tú que dicen que soy?" (Marcos 8:29). Pedro responde que él es el Cristo, y Jesús les advierte para que no cuenten a nadie sobre él. Entonces Jesús enseña sobre su sufrimiento, muerte y resurrección. A continuación hay cinco versos relacionados con los temas cubiertos en San Marcos 8.
Salmo 146:8: "El Señor da una visión a los ciegos, el Señor cría al sacrificio, el Señor ama a los justos". Este versículo destaca la capacidad de Dios para sanar la ceguera, que se relaciona con la historia de la curación de los ciegos en Marcos 8.
Isaías 35:5-6: "Entonces los ojos de los ciegos se abrirán y los oídos de los sordos estarán abiertos. Este versículo también se refiere a la curación de ciegos, sordos y cojos, e ilustra la capacidad de Dios para realizar milagros.
Mateo 16:16: "Simon Peter respondió, tú eres el Cristo, el Hijo del Dios Viviente". Este verso es similar al relato de Marcos 8:29, donde Pedro reconoce a Jesús como el Mesías.
Lucas 9:23: "Y le dijo a todos, si alguien quiere venir después de mí, negarme, tomar su cruz todos los días y seguirme". Este versículo se relaciona con la discusión de Jesús sobre su propio sufrimiento, muerte y resurrección en Marcos 8:31-33.
Mateo 28:6: "Él no está aquí; se levantó, como dijo. Ven a ver dónde yacía". Este versículo se refiere a la resurrección de Jesús y refuerza el mensaje que Jesús compartió con sus discípulos en Marcos 8:31-33 sobre su propia muerte y resurrección.
“Recorramos a Jesus e não às pessoas, pois só ele nunca nos faltará.” São Padre Pio de Pietrelcina