Exodo, 24

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Éxodo 24 describe el establecimiento del pacto entre Dios e Israel en el Monte Sinaí. Moisés, Aaron y los ancianos de Israel suben a la colina y ven la presencia de Dios. El capítulo termina con Moisés entrando en la nube para recibir las tabletas de piedra con los mandamientos.

Levítico 17:11: "Porque la vida de la carne está en la sangre. Te he dado la sangre en el altar, para hacer expiación por tu alma; porque es la sangre la que hará expiación en virtud de la vida". Este versículo destaca la importancia del sacrificio de sangre, que se menciona en Éxodo 24 como parte de la ceremonia de ratificación del pacto.

Hebreos 9:18-22: "Por lo tanto, ni siquiera el primer [pacto] fue inaugurado sin sangre. Porque, ya que Moisés anunció a todas las personas todos los mandamientos de acuerdo con la ley, tomó la sangre de terneros y cabras, con agua, Purpúrea lana e hysssop, y roció tanto el libro en sí como a toda la gente, diciendo: Esta es la sangre del pacto que Dios te ordenó. Y sin embargo, el tabernáculo y todos los utensilios del servicio sagrado han provocado con la sangre. Según la sangre. Para la ley, casi todo se purifica con sangre, y sin derramamiento de sangre no hay remisión ". Este extracto del Nuevo Testamento se refiere al evento descrito en Exodus 24 y destaca la importancia de la sangre en la purificación y ratificación del pacto.

Mateo 26:28: "Porque esta es mi sangre, la sangre del nuevo pacto, que muchos se desprenden por la remisión de los pecados". Este versículo también se refiere al nuevo pacto establecido por Jesús a través de su sangre, y que es una continuidad del pacto establecido en Éxodo 24.

Éxodo 33:11: "Así habló al Señor a Moisés cara a cara, mientras cualquiera habla a su amigo; entonces Moisés regresó al campamento; pero su servidor, el joven Joshua, hijo de Num, nunca se fue del interior de la carpa " Este versículo destaca la relación especial entre Dios y Moisés, que es un tema recurrente en Éxodo y que culminó en el pacto establecido en Éxodo 24.

2 Corintios 3:6: "¿Quién nos permitió ser ministros de un nuevo pacto, no de la carta, sino del Espíritu; porque la letra mata y el espíritu se acelera". Este versículo se refiere al nuevo pacto establecido por Cristo y destaca la importancia del Espíritu Santo en la comprensión y la experiencia de los mandamientos de Dios, que fueron entregados a Moisés en el Monte Sinaí en Éxodo 24.