Katolikus Biblia
 

Daniel, 13

50. Todo el pueblo se apresuró a volver allá, y los ancianos dijeron a Daniel: «Ven a sentarte en medio de nosotros y dinos lo que piensas, ya que Dios te ha dado la dignidad de la ancianidad.»

Kapcsolódó versek Daniel, 13:

El capítulo 13 de Daniel se conoce comúnmente como "La historia de Susana" y cuenta la historia de una mujer de adulterio falsamente acusada. Los versos relacionados con el tema abordado en este capítulo son:

Proverbios 18:17: "El primero que presenta su causa parece ser correcta; hasta que otro y lo cuestiona". Este versículo habla sobre la importancia de escuchar ambos lados de una historia antes de llegar a una conclusión.

Deuteronomio 19:15: "Un testigo no será suficiente para acusar a alguien de un delito, o mala conducta grave de cualquier tipo; solo por el testimonio de dos o tres testigos podría probarse la acusación". Este versículo destaca la importancia de tener evidencia confiable para acusar a alguien de un delito.

2 Corintios 13:1: "Esta es la tercera vez que tendré contigo. Por boca de dos o tres testigos se decidirán todos los casos". Este versículo destaca la importancia de tener testigos confiables para tomar decisiones justas.

Mateo 18:16: "Pero si él no te escucha, lleva consigo una o dos personas, de modo que, por el testimonio de dos o tres testigos, se confirme cada palabra". Este versículo habla sobre el proceso de confrontar a alguien que cometió un error, destacando la importancia de tener testigos confiables para confirmar la verdad de los hechos.

Proverbios 11:1: "El Señor odia el equilibrio deshonesto, pero los pesos exactos le dan placer". Este versículo destaca la importancia de la justicia y la honestidad en todas las situaciones.





“Pobres e desafortunadas as almas que se envolvem no turbilhão de preocupações deste mundo. Quanto mais amam o mundo, mais suas paixões crescem, mais queimam de desejos, mais se tornam incapazes de atingir seus objetivos. E vêm, então, as inquietações, as impaciências e terríveis sofrimentos profundos, pois seus corações não palpitam com a caridade e o amor. Rezemos por essas almas desafortunadas e miseráveis, para que Jesus, em Sua infinita misericórdia, possa perdoá-las e conduzi-las a Ele.” São Padre Pio de Pietrelcina