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I Reyes, 18

13. ¿Acaso no te han contado lo que hice cuando Jezabel mataba a los profetas del Señor, cómo oculté a cien de ellos en dos cuevas, cincuenta en cada una, y los proveí de pan y agua?

Kapcsolódó versek I Reyes, 18:

1 Reyes 18 narra la confrontación entre el Profeta Elijah y los Profetas de Baal en el Monte Carmel. Elijah desafía a los profetas de Baal a hacer un sacrificio a su Dios e invocarlo para encender el fuego del sacrificio. Los profetas de Baal intentan, pero fue en vano. Entonces Elijah hace un sacrificio a Dios y le pide que encienda el fuego, lo que sucede. Después de eso, Elijah mata a los profetas de Baal. A continuación hay cinco versos bíblicos que abordan temas similares a los de 1 Reyes 18:

Isaías 44:6: "Así dice el Señor, el rey de Israel y su redentor, el Señor de los anfitriones: soy el primero, y soy el último, y fuera de mí no hay Dios". Este versículo destaca la supremacía de Dios sobre todos los demás dioses, y cómo él es el único Dios verdadero.

Salmo 86:10: "Porque eres genial y haces maravillas; solo tú eres Dios". Este versículo destaca la grandeza y la capacidad de Dios para realizar maravillas y milagros, como lo que sucedió en el Monte Carmel.

Jeremías 32:17: "¡Ah! Señor Dios, he aquí, has hecho los cielos y la tierra con tu gran poder y tu brazo extendido; nada es demasiado difícil para ti". Este versículo destaca el poder de Dios y la capacidad ilimitada para realizar milagros y cosas imposibles para los ojos humanos.

Éxodo 20:3: "No tendrás otros dioses delante de mí". Este es el primer mandamiento de la ley de Dios para Moisés, y destaca la exclusividad y la importancia de adorar solo a Dios, no a otros dioses.

1 Corintios 8:6: "Pero para nosotros, hay un Dios, el Padre, que son todas las cosas, y a quienes vivimos; y un Señor, Jesucristo, por el cual son todas las cosas, y nosotros por él. " Este versículo destaca la unidad de Dios, y cómo es el Padre de todas las cosas, y cómo se crearon todas las cosas a través de Jesucristo, el Hijo de Dios.





“Queira o dulcíssimo Jesus conservar-nos na Sua graça e dar-nos a felicidade de sermos admitidos, quando Ele quiser, no eterno convívio…” São Padre Pio de Pietrelcina