Talált 323 Eredmények: vuestra

  • Guardaos, pues, de murmuraciones inútiles, preservad vuestra lengua de la maledicencia; que la palabra más secreta no se pronuncia en vano, y la boca mentirosa da muerte al alma. (Sabiduría 1, 11)

  • No os busquéis la muerte con los extravíos de vuestra, vida, no os atraigáis la ruina con las obras de vuestras manos; (Sabiduría 1, 12)

  • Con vuestra alabanza ensalzad al Señor, cuanto podáis, que siempre estará más alto; y al ensalzarle redoblad vuestra fuerza, no os canséis, que nunca acabaréis. (Eclesiástico 43, 30)

  • someted al yugo vuestro cuello, que vuestra alma reciba la instrucción: está ahí a vuestro alcance. (Eclesiástico 51, 26)

  • Que vuestra alma se recree en la misericordia del Señor, no os avergoncéis de su alabanza. (Eclesiástico 51, 29)

  • Ejecutad vuestra obra antes del momento fijado, y él os dará a su tiempo vuestra recompensa. Firma: Sabiduría de Jesús, hijo de Sirá. (Eclesiástico 51, 30)

  • Vuestra tierra es desolación, vuestras ciudades, hogueras de fuego; vuestro suelo delante de vosotros extranjeros se lo comen, y es una desolación como devastación de extranjeros. (Isaías 1, 7)

  • Pues ¿qué haréis para el día de la cuenta y la devastación que de lontananza viene? ¿a quién acudiréis para pedir socorro? ¿dónde dejaréis vuestra gravedad? (Isaías 10, 3)

  • Oráculo sobre Tiro. Ululad, naves de Tarsis, porque ha sido destruida vuestra fortaleza. De vuelta del país de Kittim les ha sido descubierto. (Isaías 23, 1)

  • Ululad, naves de Tarsis, porque ha sido destruida vuestra fortaleza. (Isaías 23, 14)

  • Será rota vuestra alianza con la muerte y vuestro pacto con el seol no se mantendrá. Cuando pasare el azote desbordado, os aplastará. (Isaías 28, 18)

  • Porque así dice el Señor Yahveh, el Santo de Israel: «Por la conversión y calma seréis liberados, en el sosiego y seguridad estará vuestra fuerza.» Pero no aceptasteis, (Isaías 30, 15)


“Os talentos de que fala o Evangelho são os cinco sentidos, a inteligência e a vontade. Quem tem mais talentos, tem maior dever de usá-los para o bem dos outros.” São Padre Pio de Pietrelcina