Talált 49 Eredmények: víctima

  • Pero no se comerá ninguna víctima ofrecida por el pecado, cuya sangre haya sido introducida en la Tienda del Encuentro para hacer la expiación en el Santuario: será consumida por el fuego. (Levítico 6, 23)

  • En el lugar donde inmolan el holocausto inmolarán la víctima de reparación, y su sangre se derramará sobre todos los lados del altar. (Levítico 7, 2)

  • Se ofrecerá todo el sebo de la víctima: el rabo y el sebo que cubre las entrañas; (Levítico 7, 3)

  • El sacrificio por el pecado es como el sacrifico de reparación: tienen la misma ley. La víctima pertenece al sacerdote que hace la expiación con ella. (Levítico 7, 7)

  • El sacerdote que ofrece el holocausto de una persona se quedará con la piel de la víctima que le han ofrecido. (Levítico 7, 8)

  • Si se ofrece la víctima en cumplimiento de un voto, o como ofrenda voluntaria, se comerá el mismo día en que ha sido ofrecida, y lo que sobre deberá comerse al día siguiente. (Levítico 7, 16)

  • Pero el tercer día será quemado lo que quede de la carne de la víctima. (Levítico 7, 17)

  • Después hizo traer el novillo para el sacrificio por el pecado, y Aarón y sus hijos impusieron las manos sobre la cabeza del novillo, víctima por el pecado. (Levítico 8, 14)

  • Luego quemó sobre el altar el sebo, los riñones y lo que queda junto al hígado de la víctima por el pecado, como Yahveh había mandado a Moisés; (Levítico 9, 10)

  • Después inmoló la víctima del holocausto y los hijos de Aarón le presentaron la sangre, que derramó sobre todos los lados del altar. (Levítico 9, 12)

  • Le presentaron la víctima del holocausto en trozos, juntamente con la cabeza, y lo quemó todo sobre el altar. (Levítico 9, 13)

  • «¿Por qué no comisteis en lugar sagrado la víctima del sacrificio por el pecado? Pues era cosa sacratísima que se os daba a vosotros para quitar la falta de la comunidad, haciendo expiación por ellos ante Yahveh. (Levítico 10, 17)


“É doce o viver e o penar para trazer benefícios aos irmãos e para tantas almas que, vertiginosamente, desejam se justificar no mal, a despeito do Bem Supremo.” São Padre Pio de Pietrelcina