Talált 507 Eredmények: segunda muerte

  • Trabaron batalla los filisteos contra Israel y huyeron los hombres de Israel ante los filisteos y cayeron heridos de muerte en el monte Gelboé. (I Samuel 31, 1)

  • Después de la muerte de Saúl, volvió David de derrotar a los amalecitas y se quedó dos días en Siquelag. (II Samuel 1, 1)

  • Saúl y Jonatán, amados y amables, ni en vida ni en muerte separados, más veloces que águilas, más fuertes que leones. (II Samuel 1, 23)

  • ¡Cómo cayeron los héroes en medio del combate! ¡Jonatán! Por tu muerte estoy herido, (II Samuel 1, 25)

  • Y aquel día supo todo el pueblo y todo Israel que el rey no había tenido parte en la muerte de Abner, hijo de Ner. (II Samuel 3, 37)

  • Llevaron la cabeza de Isbaal a David, en Hebrón, y dijeron al rey: «Aquí tienes la cabeza de Isbaal, hijo de Saúl, tu enemigo, el que buscó tu muerte. Hoy ha concedido Yahveh a mi señor el rey venganza sobre Saúl y sobre su descendencia.» (II Samuel 4, 8)

  • ¿cuánto más ahora que hombres malvados han dado muerte a un hombre justo en su casa y en su lecho no os voy a pedir cuenta de su sangre, exterminándoos de la tierra?» (II Samuel 4, 11)

  • Y Mikal, hija de Saúl, no tuvo ya hijos hasta el día de su muerte. (II Samuel 6, 23)

  • Batió también a los moabitas y los midió con la cuerda, haciendo que se echaran en tierra; midió dos cuerdas y los condenó a muerte, y una cuerda llena la dejó con vida. Los moabitas quedaron sometidos a David, pagando tributo. (II Samuel 8, 2)

  • David se encendió en gran cólera contra aquel hombre y dijo a Natán: «¡Vive Yahveh! que merece la muerte el hombre que tal hizo. (II Samuel 12, 5)

  • El espíritu del rey cesó de airarse contra Absalón, porque se había consolado ya de la muerte de Ammón. (II Samuel 13, 39)

  • Llamó Absalón a Joab para enviarle al rey, pero él no quiso ir. Le llamó todavía una segunda vez, pero tampoco quiso. (II Samuel 14, 29)


“Não há nada mais inaceitável do que uma mulher caprichosa, frívola e arrogante, especialmente se é casada. Uma esposa cristã deve ser uma mulher de profunda piedade em relação a Deus, um anjo de paz na família, digna e agradável em relação ao próximo.” São Padre Pio de Pietrelcina