Talált 63 Eredmények: reinos

  • Como alcanzó mi mano a los reinos de los ídolos - cuyas estatuas eran más que las de Jerusalén y Samaría - (Isaías 10, 10)

  • ¡Ruido estruendoso en los montes, como de mucha gente! ¡Ruido estrepitoso de reinos, naciones reunidas! Yahveh Sebaot pasa revista a su tropa de combate. (Isaías 13, 4)

  • Babilonia, la flor de los reinos, prez y orgullo de Caldea, será semejante a Sodoma y Gomorra, destruidas por Dios. (Isaías 13, 19)

  • Los que te ven, en ti se fijan; te miran con atención: «¿Ese es aquél, el que hacía estremecer la tierra, el que hacía temblar los reinos, (Isaías 14, 16)

  • Su mano extendió él sobre la mar, hizo estremecer los reinos. Yahveh mandó respecto a Canaán, demoler sus castillos, (Isaías 23, 11)

  • Bien, al cabo de los setenta años visitará Yahveh a Tiro, y ella volverá a su ganancia y se prostituirá a todos los reinos de la tierra sobre la haz de la tierra. (Isaías 23, 17)

  • «Yahveh Sebaot, Dios de Israel, que estás sobre los Querubines, tú sólo eres Dios en todos los reinos de la tierra, tú el que has hecho los cielos y la tierra. (Isaías 37, 16)

  • Ahora, pues, Yahveh, Dios nuestro, sálvanos de su mano, y sabrán todos los reinos de la tierra que sólo tú eres Dios, Yahveh.» (Isaías 37, 20)

  • Siéntate en silencio y entra en la tiniebla, hija de los caldeos, que ya no se te volverá a llamar señora de reinos. (Isaías 47, 5)

  • Desde hoy mismo te doy autoridad sobre las gentes y sobre los reinos para extirpar y destruir, para peder y derrocar, para reconstruir y plantar. (Jeremías 1, 10)

  • Porque en seguida llamo yo a todas las familias reinos del norte - oráculo de Yahveh - y vendrán a instalarse a las mismas puertas de Jerusalén, y frente a todas sus murallas en torno, y contra todas las ciudades de Judá, (Jeremías 1, 15)

  • ¿Quién no te temerá, Rey de las naciones? Porque a ti se te debe eso. Porque entre todos los sabios de las naciones y entre todos sus reinos no hay nadie como tú. (Jeremías 10, 7)


“Diga ao Senhor: Faça em mim segundo a Tua vontade, mas antes de mandar-me o sofrimento, dê-me forças para que eu possa sofrer com amor.”. São Padre Pio de Pietrelcina