Talált 261 Eredmények: profeta Natán
Hizo el mal a los ojos de Yahveh su Dios, y no se humilló ante el profeta Jeremías que le hablaba por boca de Yahveh. (II Crónicas 36, 12)
Así, los ancianos de los judíos continuaron reconstruyendo con éxito, según la profecía de Ageo el profeta, y de Zacarías, hijo de Iddó. Llevaron a término la construcción según la orden del Dios de Israel y la orden de Ciro y de Darío. (Esdras 6, 14)
Entonces llamé a Eliezer, Ariel, Semaías, Elnatán, Yarib, Elnatán, Natán, Zacarías, y Mesullam, hombres discretos, (Esdras 8, 16)
Selemías, Natán y Adaías; (Esdras 10, 39)
acordándome de las palabras que el profeta Amós dijo contra Betel: Vuestras solemnidades se convertirán en duelo y todas vuestras canciones en lamento. (Tobías 2, 6)
Le dijo Tobit: «Seas venido sano y salvo, hermano; y no lleves a mal, hermano, mi deseo de conocer con certeza tu nombre y familia. Resulta ahora que eres de mi parentela y que perteneces a un linaje bueno y honrado. He conocido a Ananías y a Natán, los dos hijos del gran Semeías; ellos iban conmigo a Jerusalén y conmigo adoraban allí, sin desviarse del buen camino. Tus hermanos son hombres de bien; de buen linaje procedes. ¡El gozo sea contigo!» (Tobías 5, 14)
Cuando el profeta Natán le visitó después que aquél se había unido a Betsabé. (Salmos 51, 2)
y depositaron sus piedras en el monte de la Casa, en un lugar conveniente, hasta que surgiera un profeta que diera respuesta sobre ellas. (I Macabeos 4, 46)
y que a los judíos y a los sacerdotes les había parecido bien que fuese Simón su hegumeno y sumo sacerdote para siempre hasta que apareciera un profeta digno de fe, (I Macabeos 14, 41)
Se encuentra en los documentos que el profeta Jeremías mandó a los deportados que tomaran fuego como ya se ha indicado; (II Macabeos 2, 1)
y cómo el profeta, después de darles la Ley, ordenó a los deportados que no se olvidaran de los preceptos del Señor ni se desviaran en sus pensamientos al ver ídolos de oro y plata y las galas que los envolvían. (II Macabeos 2, 2)
Se decía también en el escrito cómo el profeta, después de una revelación, mandó llevar consigo la Tienda y el arca; y cómo salió hacia el monte donde Moisés había subido para contemplar la heredad de Dios. (II Macabeos 2, 4)