Talált 176 Eredmények: paso del Mar Rojo

  • Se vio una nube proteger con su sombra el campamento, emerger del agua que la cubría una tierra enjuta, del mar Rojo un camino expedito, una verde llanura del oleaje impetuoso, (Sabiduría 19, 7)

  • No pasó por alto al vecindario de Lot, a los que abominaba por su orgullo. (Eclesiástico 16, 8)

  • Oro y plata hacen el paso firme, pero más que ambos se estima el consejo. (Eclesiástico 40, 25)

  • Pues caminó en seguimiento del Todopoderoso, hizo el bien en los días de Moisés, él y también Caleb, hijo de Yefunné, resistiendo ante la asamblea, cerrando al pueblo el paso del pecado, reduciendo a silencio la murmuración de la maldad. (Eclesiástico 46, 7)

  • Seguirá por Judá anegando a su paso, hasta llegar al cuello. Y la envergadura de sus alas abarcará la anchura de tu tierra, Emmanuel. (Isaías 8, 8)

  • Vino sobre Ayyat, pasó por Migrón, en Mikmás pasó revista. (Isaías 10, 28)

  • ¿Quién ha suscitado de Oriente a aquel a quien la justicia sale al paso? ¿Quién le entrega las naciones, y a los reyes abaja? Conviértelos en polvo su espada, en paja dispersa su arco; (Isaías 41, 2)

  • - ¿Quién es ése que viene de Edom, de Bosrá, con ropaje teñido de rojo? ¿Ese del vestido esplendoroso, y de andar tan esforzado? - Soy yo que hablo con justicia, un gran libertador. (Isaías 63, 1)

  • - Y ¿por qué está de rojo tu vestido, y tu ropaje como el de un lagarero? (Isaías 63, 2)

  • y han construido los altos de Tófet - que está en el valle de Ben Hinnom - para quemar a sus hijos e hijas en el fuego, cosa que nos les mandé ni me pasó por las mientes. (Jeremías 7, 31)

  • La siega pasó, el verano acabó, mas nosotros no estamos a salvo.» (Jeremías 8, 20)

  • Yo sé, Yahveh, que no depende del hombre su camino, que no es del que anda enderezar su paso. (Jeremías 10, 23)


“Menosprezai vossas tentações e não vos demoreis nelas. Imaginai estar na presença de Jesus. O crucificado se lança em vossos braços e mora no vosso coração. Beijai-Lhe a chaga do lado, dizendo: ‘Aqui está minha esperança; a fonte viva da minha felicidade. Seguro-vos, ó Jesus, e não me aparto de vós, até que me tenhais posto a salvo’”. São Padre Pio de Pietrelcina