Talált 633 Eredmények: obras de la carne

  • Y sin duda alguna, grande es el Misterio de la piedad: El ha sido manifestado en la carne, justificado en el Espíritu, visto de los Angeles, proclamado a los gentiles, creído en el mundo, levantado a la gloria. (I Timoteo 3, 16)

  • y tenga el testimonio de sus buenas obras: haber educado bien a los hijos, practicado la hospitalidad, lavado los pies de los santos, socorrido a los atribulados, y haberse ejercitado en toda clase de buenas obras. (I Timoteo 5, 10)

  • Del mismo modo las obras buenas son manifiestas; y las que no lo son, no pueden quedar ocultas. (I Timoteo 5, 25)

  • que practiquen el bien, que se enriquezcan de buenas obras, que den con generosidad y con liberalidad; (I Timoteo 6, 18)

  • que nos ha salvado y nos ha llamado con una vocación santa, no por nuestras obras, sino por su propia determinación y por su gracia que nos dio desde toda la eternidad en Cristo Jesús, (II Timoteo 1, 9)

  • Alejandro, el herrero, me ha hecho mucho mal. El Señor le retribuirá según sus obras. (II Timoteo 4, 14)

  • Profesan conocer a Dios, mas con sus obras le niegan; son abominables y rebeldes e incapaces de toda obra buena. (Tito 1, 16)

  • Muéstrate dechado de buenas obras: pureza de doctrina, dignidad, (Tito 2, 7)

  • el cual se entregó por nosotros a fin de rescatarnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo que fuese suyo, fervoroso en buenas obras. (Tito 2, 14)

  • él nos salvó, no por obras de justicia que hubiésemos hecho nosotros, sino según su misericordia, por medio del baño de regeneración y de renovación del Espíritu Santo, (Tito 3, 5)

  • Es cierta esta afirmación, y quiero que en esto te mantengas firme, para que los que creen en Dios traten de sobresalir en la práctica de las buenas obras. Esto es bueno y provechoso para los hombres. (Tito 3, 8)

  • Que aprendan también los nuestros a sobresalir en la práctica de las buenas obras, atendiendo a las necesidades urgentes, para que no sean unos inútiles. (Tito 3, 14)


“O amor nada mais é do que o brilho de Deus nos homens”. São Padre Pio de Pietrelcina