Talált 162 Eredmények: mandamientos

  • Por su palabra puso fin a los prodigios, y le glorificó delante de los reyes; le dio para su pueblo mandamientos, y le mostró algo de su gloria. (Eclesiástico 45, 3)

  • Le hizo oír su voz, y le introdujo en la calígine; cara a cara le dio los mandamientos, la ley de vida y de saber, para enseñar a Jacob su alianza, y sus decretos a Israel. (Eclesiástico 45, 5)

  • Le dio, por sus mandamientos, potestad sobre las prescripciones legales, para enseñar a Jacob sus dictámenes e ilustrar a Israel en su ley. (Eclesiástico 45, 17)

  • Escucha, Israel, los mandamientos de vida, tiende tu oído para conocer la prudencia. (Baruc 3, 9)

  • no conocieron sus decretos, no fueron por el camino de los mandamientos de Dios, ni siguieron las sendas de disciplina según su justicia. (Baruc 4, 13)

  • Sí, pecamos, obramos inicuamente alejándonos de ti, sí, mucho en todo pecamos, no dimos oído a tus mandamientos, (Daniel 3, 29)

  • Derramé mi oración a Yahveh mi Dios, y le hice esta confesión: «¡Ah, señor, Dios grande y temible, que guardas la Alianza y el amor a los que te aman y observan tus mandamientos. (Daniel 9, 4)

  • Nosotros hemos pecado, hemos cometido iniquidad, hemos sido malos, no hemos rebelado y nos hemos apartado de tus mandamientos y de tus normas. (Daniel 9, 5)

  • Por tanto, el que traspase uno de estos mandamientos más pequeños y así lo enseñe a los hombres, será el más pequeño en el Reino de los Cielos; en cambio, el que los observe y los enseñe, ése será grande en el Reino de los Cielos. (Mateo 5, 19)

  • El le dijo: «¿Por qué me preguntas acerca de lo bueno? Uno solo es el Bueno. Mas si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos.» (Mateo 19, 17)

  • De estos dos mandamientos penden toda la Ley y los Profetas.» (Mateo 22, 40)

  • Ya sabes los mandamientos: No mates, no cometas adulterio, no robes, no levantes falso testimonio, no seas injusto, honra a tu padre y a tu madre.» (Marcos 10, 19)


“Amar significa dar aos outros – especialmente a quem precisa e a quem sofre – o que de melhor temos em nós mesmos e de nós mesmos; e de dá-lo sorridentes e felizes, renunciando ao nosso egoísmo, à nossa alegria, ao nosso prazer e ao nosso orgulho”. São Padre Pio de Pietrelcina