Talált 309 Eredmények: madre

  • Tenía veinticinco años cuando comenzó a reinar, y reinó dieciséis años en Jerusalén; el nombre de su madre era Yerusá, hija de Sadoq. (II Reyes 15, 33)

  • Tenía veinticinco años cuando comenzó a reinar y reinó veintinueve años en Jerusalén; el nombre de su madre era Abía, hija de Zacarías. (II Reyes 18, 2)

  • Manasés tenía doce años cuando comenzó a reinar, y reinó 55 años en Jerusalén; el nombre de su madre era Jefsí Baj. (II Reyes 21, 1)

  • Amón tenía veintidós años cuando comenzó a reinar y reinó dos años en Jerusalén; el nombre de su madre era Mesullémet, hija de Jarús de Yotbá. (II Reyes 21, 19)

  • Josías tenía ocho años cuando comenzó a reinar y reinó 31 años en Jerusalén; el nombre de su madre era Yedidá, hija de Adías, de Boscat. (II Reyes 22, 1)

  • Joacaz tenía veintitrés años cuando comenzó a reinar y reinó tres meses en Jerusalén; el nombre de su madre era Jamital, hija de Jeremías, de Libná. (II Reyes 23, 31)

  • Veinticinco años tenía Yoyaquim cuando comenzó a reinar y reinó once años en Jerusalén; el nombre de su madre era Zebida, hija de Pedaías de Rumá. (II Reyes 23, 36)

  • Dieciocho años tenía Joaquín cuando comenzó a reinar y reinó tres meses en Jerusalén; el nombre de su madre era Nejustá, hija de Elnatán, de Jerusalén. (II Reyes 24, 8)

  • Joaquín, rey de Judá, se rindió al rey de Babilonia, él, su madre, sus servidores, sus jefes y eunucos; los apresó el rey de Babilonia en el año octavo de su reinado. (II Reyes 24, 12)

  • Deportó a Babilonia a Joaquín, a la madre del rey y a las mujeres del rey, a sus eunucos y a los notables del país; los hizo partir al destierro, de Jerusalén a Babilonia. (II Reyes 24, 15)

  • Veintiún años tenía Sedecías cuando comenzó a reinar y reinó once años en Jerusalén; el nombre de su madre era Jamital, hija de Jeremías, de Libná. (II Reyes 24, 18)

  • Yerajmeel tuvo otra mujer cuyo nombre era Atará, que fue madre de Onam. (I Crónicas 2, 26)


“Nunca vá se deitar sem antes examinar a sua consciência sobre o dia que passou. Enderece todos os seus pensamentos a Deus, consagre-lhe todo o seu ser e também todos os seus irmãos. Ofereça à glória de Deus o repouso que você vai iniciar e não esqueça do seu Anjo da Guarda que está sempre com você.” São Padre Pio de Pietrelcina