Talált 73 Eredmények: hice

  • se enorgullecieron y cometieron abominaciones ante mí: por eso las hice desaparecer, como tú viste. (Ezequiel 16, 50)

  • Yo hablé al pueblo por la mañana, y por la tarde murió mi mujer; y al día siguiente por la mañana hice como se me había ordenado. (Ezequiel 24, 18)

  • Hice temblar a las naciones por el estrépito de su caída, cuando le precipité en el seol, con los que bajan a la fosa. En los infiernos se consolaron todos los árboles de Edén, lo más selecto y más bello del Líbano, regados todos por las aguas. (Ezequiel 31, 16)

  • Derramé mi oración a Yahveh mi Dios, y le hice esta confesión: «¡Ah, señor, Dios grande y temible, que guardas la Alianza y el amor a los que te aman y observan tus mandamientos. (Daniel 9, 4)

  • En aquel tiempo, yo, Daniel, hice penitencia durante tres semanas: (Daniel 10, 2)

  • Y yo os hice subir a vosotros del país de Egipto y os llevé por el desierto cuarenta años, para que poseyeseis la tierra del amorreo. (Amós 2, 10)

  • Escuchad esta palabra que dice Yahveh contra vosotros, hijos de Israel, contra toda la familia que yo hice subir del país de Egipto: (Amós 3, 1)

  • ¿No sois vosotros para mí como hijos de kusitas, oh hijos de Israel? - oráculo de Yahveh - ¿No hice yo subir a Israel del país de Egipto, como a los filisteos de Kaftor y a los arameos de Quir? (Amós 9, 7)

  • Mas yo con voz de acción de gracias te ofreceré sacrificios, los votos que hice cumpliré. ¡De Yahveh la salvación! (Jonás 2, 10)

  • ¿En que te hice subir del país de Egipto, y de la casa de servidumbre te rescaté, y mandé delante de ti a Moisés, Aarón y María? (Miqueas 6, 4)

  • Así lo hice en Jerusalén y, con poderes recibidos de los sumos sacerdotes, yo mismo encerré a muchos santos en las cárceles; y cuando se les condenaba a muerte, yo contribuía con mi voto. (Hechos 26, 10)

  • Os ruego que os hagáis como yo, pues yo me hice como vosotros. Ningún agravio me hicisteis. (Gálatas 4, 12)


“No tumulto das paixões terrenas e das adversidades, surge a grande esperança da misericórdia inexorável de Deus. Corramos confiantes ao tribunal da penitência onde Ele, com ansiedade paterna, espera-nos a todo instante.” São Padre Pio de Pietrelcina