Talált 22 Eredmények: heridas

  • El rey Joram se volvió a Yizreel para curarse de las heridas que le habían infligido los arameos en Ramot cuando combatía a Jazael, rey de Aram; Ocozías, hijo de Joram, rey de Judá, bajó a Yizreel a visitar a Joram, hijo de Ajab, porque estaba enfermo. (II Reyes 8, 29)

  • Pero el rey Joram tuvo que volverse a Yizreel para curarse de las heridas que le habían infligido los arameos en su batalla contra Jazael, rey de Aram. Jehú dijo: «Si éste es vuestro deseo, que no salga de la ciudad ningún fugitivo que ponga en aviso a Yizreel.» (II Reyes 9, 15)

  • que se retiró a Yizreel, para curarse de las heridas que había recibido en Ramá, en la batalla contra Jazael, rey de Aram. Ocozías, hijo de Joram, rey de Judá, bajó a Yizreel para visitar a Joram, hijo de Ajab, que se hallaba enfermo; (II Crónicas 22, 6)

  • ¡El, que me aplasta por un pelo, que multiplica sin razón mis heridas, (Job 9, 17)

  • Una saeta ha tirado Dios, repentinas han sido sus heridas; (Salmos 64, 8)

  • él sana a los de roto corazón, y venda sus heridas. (Salmos 147, 3)

  • Con aliento todavía y enardecido su ánimo, se levantó derramando sangre a torrentes; a pesar de las graves heridas, atravesó corriendo por entre las tropas, y se puso sobre una roca escarpada. (II Macabeos 14, 45)

  • Las cicatrices de las heridas son remedio contra el mal, los golpes curan hasta el fondo de las entrañas. (Proverbios 20, 30)

  • Leales son las heridas del amigo, falsos los besos del enemigo. (Proverbios 27, 6)

  • Quien tira una piedra al aire, sobre su propia cabeza la tira, el golpe a traición devuelve heridas. (Eclesiástico 27, 25)

  • El que mima a su hijo, vendará sus heridas, a cada grito se le conmoverán sus entrañas. (Eclesiástico 30, 7)

  • La embriaguez acrecienta el furor del insensato hasta su caída, disminuye la fuerza y provoca las heridas. (Eclesiástico 31, 30)


“Nunca vá se deitar sem antes examinar a sua consciência sobre o dia que passou. Enderece todos os seus pensamentos a Deus, consagre-lhe todo o seu ser e também todos os seus irmãos. Ofereça à glória de Deus o repouso que você vai iniciar e não esqueça do seu Anjo da Guarda que está sempre com você.” São Padre Pio de Pietrelcina