Talált 45 Eredmények: efod

  • piedras de ónice y piedras de engaste para el efod y el pectoral. (Exodo 25, 7)

  • Harán las vestituras siguientes: un pectoral, un efod, un manto, una túnica bordada, una tiara y una faja. Harán, pues, a tu hermano Aarón y a sus hijos vestiduras sagradas para que ejerzan mi sacerdocio. (Exodo 28, 4)

  • Bordarán el efod de oro, púrpura violeta y escarlata, carmesí y lino fino torzal. (Exodo 28, 6)

  • La cinta con que se ciña el efod será de la misma hechura y formará con él una misma pieza: de oro, púrpura violeta y escarlata, carmesí y lino fino torzal. (Exodo 28, 8)

  • Después pondrás las dos piedras sobre las hombreras del efod, como piedras que me hagan recordar a los hijos de Israel, y así llevará Aarón sus nombres sobre sus dos hombros para recuerdo delante de Yahveh. (Exodo 28, 12)

  • Bordarás también el pectoral del juicio; lo harás al estilo de la labor del efod. Lo harás de oro, púrpura violeta y escarlata, de carmesí y lino fino torzal. (Exodo 28, 15)

  • unirás los dos extremos de los dos cordones a los dos engarces, y los fijarás en la parte delantera de las hombreras del efod. (Exodo 28, 25)

  • Harás otras dos anillas de oro que pondrás en los dos extremos del pectoral, en el borde interior que mira hacia el efod. (Exodo 28, 26)

  • Harás otras dos anillas de oro y las fijarás en la parte inferior de las dos hombreras del efod, por delante, cerca de su unión encima de la cinta del efod. (Exodo 28, 27)

  • Sujetarán el pectoral por sus anillas a las anillas del efod, con un cordón de púrpura violeta, para que el pectoral quede sobre la cinta del efod y no se desprenda del efod. (Exodo 28, 28)

  • Tejerás el manto del efod todo él de púrpura violeta. (Exodo 28, 31)

  • Tomarás las vestiduras y vestirás a Aarón con la túnica, el manto del efod, el efod y el pectoral, que ceñirás con la cinta del efod. (Exodo 29, 5)


“Pobres e desafortunadas as almas que se envolvem no turbilhão de preocupações deste mundo. Quanto mais amam o mundo, mais suas paixões crescem, mais queimam de desejos, mais se tornam incapazes de atingir seus objetivos. E vêm, então, as inquietações, as impaciências e terríveis sofrimentos profundos, pois seus corações não palpitam com a caridade e o amor. Rezemos por essas almas desafortunadas e miseráveis, para que Jesus, em Sua infinita misericórdia, possa perdoá-las e conduzi-las a Ele.” São Padre Pio de Pietrelcina