Talált 214 Eredmények: destrucción del templo
Y a Baruc, el día diez del mes de Siván, había tomado los objetos sagrados de la Casa del Señor que habían sido llevados del Templo, con ánimo de volverlos a llevar a la tierra de Judá; objetos de plata mandados hacer por Sedecías, hijo de Josías, rey de Judá, (Baruc 1, 8)
Vendidos habéis sido a las naciones, mas no para la destrucción. Por haber provocado la ira de Dios, habéis sido entregados a los enemigos. (Baruc 4, 6)
Como el vaso que un hombre usa, cuando se rompe, se hace inservible, así les pasa a sus dioses una vez colocados en el templo. (Baruc 6, 15)
derramaré sobre ti mi ira, soplaré contra ti el fuego de mi furia, y te entregaré en manos de hombres bárbaros, agentes de destrucción. (Ezequiel 21, 36)
Esta visión era como la que yo había visto cuando vine para la destrucción de la ciudad, y también como lo que había visto junto al río Kebar. Entonces caí rostro en tierra. (Ezequiel 43, 3)
«Y tú, hijo de hombre, describe este Templo a la casa de Israel, para que queden avergonzados de sus culpas y tomen nota de su plano. (Ezequiel 43, 10)
Se avergüenzan de toda su conducta, enséñales la forma del Templo y su plano, sus salidas y entradas, su forma y todas sus disposiciones, toda su forma y todas sus leyes. Pon todo esto por escrito ante sus ojos, para que guarden con exactitud todas sus leyes y disposiciones, y las pongan en práctica. (Ezequiel 43, 11)
Este es el fuero del Templo: En la cumbre del monte, todo el territorio en su ámbito es santísimo. (Tal es el fuero del Templo.)» (Ezequiel 43, 12)
Bendito seas en el templo de tu santa gloria, cantado, enaltecido eternamente. (Daniel 3, 53)
Bajo el efecto del vino, Baltasar mandó traer los vasos de oro y plata que su padre Nabucodonosor se había llevado del Templo de Jerusalén, para que bebieran en ellos el rey, sus dignatorios, sus mujeres y sus concubinas. (Daniel 5, 2)
El concertará con muchos una firme alianza una semana; y en media semana hará cesar el sacrificio y la oblación, y en el ala del Templo estará la abominación de la desolación, hasta que la ruina decretada se derrame sobre el desolador.» (Daniel 9, 27)
Aquel que avanza contra él le tratará a su capricho, sin que haya quien pueda resistirle: se establecerá en la Tierra del Esplendor, llevando en sus manos la destrucción. (Daniel 11, 16)