Talált 826 Eredmények: cuarenta años en el desierto
No temáis, bestias del campo, porque ya reverdecen los pastizales del desierto, los árboles producen su fruto, la higuera y la vid dan su riqueza. (Joel 2, 22)
«Yo os compensaré de los años en que os devoraron la langosta y el pulgón, el saltón y la oruga, mi gran ejército, que contra vosotros envié.» (Joel 2, 25)
Egipto quedará hecho una desolación, Edom un desierto desolado, por su violencia contra los hijos de Judá, por haber derramado sangre inocente en su tierra. (Joel 4, 19)
Palabras de Amós, uno de los pastores de Técoa. Visiones que tuvo acerca de Israel, en tiempo de Ozías, rey de Judá, y en tiempo de Jeroboam, hijo de Joás, rey de Israel, dos años antes del terremoto. (Amós 1, 1)
Y yo os hice subir a vosotros del país de Egipto y os llevé por el desierto cuarenta años, para que poseyeseis la tierra del amorreo. (Amós 2, 10)
¿Acaso sacrificios y oblaciones en el desierto me ofrecisteis, durante cuarenta años, casa de Israel? (Amós 5, 25)
Jonás comenzó a adentrarse en la ciudad, e hizo un día de camino proclamando: «Dentro de cuarenta días Nínive será destruida.» (Jonás 3, 4)
¡Yahveh, he oído tu fama, tu obra venero, Yahveh! ¡En medio de los años hazla revivir en medio de los años dala a conocer, aun en la ira acuérdate de tener compasión! (Habacuc 3, 2)
El extenderá su mano contra el norte, destruirá a Asur, y dejará a Nínive en desolación, árida como el desierto. (Sofonías 2, 13)
Tomó la palabra el ángel de Yahveh y dijo: «Oh Yahveh Sebaot, ¿hasta cuándo seguirás sin apiadarte de Jerusalén y de las ciudades de Judá, contra las cuales estás irritado desde hace setenta años?» (Zacarías 1, 12)
y a decir a los sacerdotes de la Casa de Yahveh Sebaot y a los profetas: «¿Deberé llorar en el quinto mes haciendo abstinencia como lo he hecho durante tantos años?» (Zacarías 7, 3)
Habla a todo el pueblo de la tierra y a los sacerdotes y di: «Cuando habéis ayunado y plañido, en el quinto y séptimo mes, y esto durante setenta años, ¿habéis ayunado de verdad por mí? (Zacarías 7, 5)