Talált 421 Eredmények: cual
Respondió Dios a Salomón: «Ya que piensas esto en tu corazón, y no has pedido riquezas ni bienes ni gloria ni la muerte de tus enemigos; ni tampoco has pedido larga vida, sino que has pedido para ti sabiduría e inteligencia para saber juzgar a mi pueblo, del cual te he hecho rey, (II Crónicas 1, 11)
y he puesto allí el arca, en la cual está la alianza de Yahveh, que él pactó con los israelitas.» (II Crónicas 6, 11)
y mi pueblo, sobre el cual es invocado mi Nombre, se humilla, orando y buscando mi rostro, y se vuelven de sus malos caminos, yo les oiré desde los cielos, perdonaré su pecado y sanaré su tierra. (II Crónicas 7, 14)
Después de ésta tomó a Maaká, hija de Absalón, la cual le dio a Abías, Attay, Zizá y Selomit. (II Crónicas 11, 20)
el cual salió al encuentro de Asá y le dijo: «¡Oídme vosotros, Asá y todo Judá y Benjamín! Yahveh estará con vosotros mientras vosotros estéis con él; si le buscáis, se dejará hallar de vosotros; pero si le abandonáis, os abandonará. (II Crónicas 15, 2)
En su lugar reinó su hijo Josafat, el cual se fortificó contra Israel. (II Crónicas 17, 1)
El rey de Israel y Josafat, rey de Judá, estaban sentados cada cual en su trono, vestidos de gala, en la era que hay a la entrada de la puerta de Samaría, mientras que todos los profetas estaban en trance delante de ellos. (II Crónicas 18, 9)
Entonces él dijo: «He visto todo Israel disperso por los montes, como ovejas sin pastor; Yahveh ha dicho: No tienen señor; que vuelvan en paz cada cual a su casa.» (II Crónicas 18, 16)
«Pero ahora, mira que los ammonitas y moabitas y los del monte Seír, a donde no dejaste entrar a Israel cuando salía de la tierra de Egipto, por lo cual Israel se apartó de ellos sin destruirlos, (II Crónicas 20, 10)
Acabado el trabajo, entregaron al rey y a Yehoyadá el resto del dinero, con el cual hicieron objetos para la Casa de Yahveh, utensilios para el ministerio y para los holocaustos, vasos y objetos de oro y plata. Durante toda la vida de Yehoyadá se ofrecieron siempre holocaustos en la Casa de Yahveh. (II Crónicas 24, 14)
El sumo sacerdote Azarías y todos los sacerdotes volvieron hacía él sus ojos, y vieron que tenía lepra en la frente. Por lo cual lo echaron de allí a toda prisa; y él mismo se apresuró a salir, porque Yahveh le había herido. (II Crónicas 26, 20)
No seáis como vuestros padres y vuestros hermanos, que fueron infieles a Yahveh, el Dios de sus padres; por lo cual él los entregó a la desolación, como estáis viendo. (II Crónicas 30, 7)