Talált 894 Eredmények: ciudad fortificada

  • Pues esperaba la ciudad asentada sobre cimientos, cuyo arquitecto y constructor es Dios. (Hebreos 11, 10)

  • Más bien aspiran a una mejor, a la celestial. Por eso Dios no se avergüenza de ellos, de ser llamado Dios suyo, pues les tiene preparada una ciudad... (Hebreos 11, 16)

  • Vosotros, en cambio, os habéis acercado al monte Sión, a la ciudad de Dios vivo, la Jerusalén celestial, y a miríadas de ángeles, reunión solemne (Hebreos 12, 22)

  • que no tenemos aquí ciudad permanente, sino que andamos buscando la del futuro. (Hebreos 13, 14)

  • Ahora bien, vosotros los que decís: «Hoy o mañana iremos a tal ciudad, pasaremos allí el año, negociaremos y ganaremos»; (Santiago 4, 13)

  • Al vencedor le pondré de columna en el Santuario de mi Dios, y no saldrá fuera ya más; y grabaré en él el nombre de mi Dios, y el nombre de la Ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, que baja del cielo enviada por mi Dios, y mi nombre nuevo. (Apocalipsis 3, 12)

  • El patio exterior del Santuario, déjalo aparte, no lo midas, porque ha sido entregado a los gentiles, que pisotearán la Ciudad Santa 42 meses. (Apocalipsis 11, 2)

  • Y sus cadáveres, en la plaza de la Gran Ciudad, que simbólicamente se llama Sodoma o Egipto, allí donde también su Señor fue crucificado. (Apocalipsis 11, 8)

  • En aquella hora se produjo un violento terremoto, y la décima parte de la ciudad se derrumbó, y con el terremoto perecieron 7.000 personas. Los supervivientes, presa de espanto, dieron gloria al Dios del cielo. (Apocalipsis 11, 13)

  • Y el lagar fue pisado fuera de la ciudad y brotó sangre del lagar hasta la altura de los frenos de los caballos en una extensión de 1.600 estadios. (Apocalipsis 14, 20)

  • La Gran Ciudad se abrió en tres partes, y las ciudades de las naciones se desplomaron; y Dios se acordó de la Gran Babilonia para darle la copa del vino del furor de su cólera. (Apocalipsis 16, 19)

  • Y la mujer que has visto es la Gran Ciudad, la que tiene la soberanía sobre los reyes de la tierra. (Apocalipsis 17, 18)


“Deus não opera prodígios onde não há fé.” São Padre Pio de Pietrelcina