Talált 345 Eredmények: Servicio en el templo

  • Estaba Samuel al servicio de Yahveh, muchacho vestido con efod de lino. (I Samuel 2, 18)

  • Vino un hombre de Dios a Elí y le dijo: Así ha dicho Yahveh. Claramente me he revelado a la casa de tu padre, cuando ellos estaban en Egipto al servicio de la casa de Faraón. (I Samuel 2, 27)

  • Tomaron los filisteos el arca de Dios, la introdujeron en el templo de Dagón y la colocaron al lado de Dagón. (I Samuel 5, 2)

  • A la mañana siguiente vinieron los asdodeos al templo de Dagón y he aquí que Dagón estaba caído de bruces en tierra, delante del arca de Yahveh. Levantaron a Dagón y le volvieron a su sitio. (I Samuel 5, 3)

  • Por eso los sacerdotes de Dagón y todos los que entran en el templo de Dagón no pisan el umbral de Dagón en Asdod hasta el día de hoy. (I Samuel 5, 5)

  • Los hebreos que de antes estaban al servicio de los filisteos y que habían subido con ellos al campamento, también desertaron y se pasaron a los israelitas que estaban con Saúl y Jonatán. (I Samuel 14, 21)

  • Llegó David donde Saúl y se quedó a su servicio. Saúl le cobró mucho afecto y le hizo su sescudero. (I Samuel 16, 21)

  • Mandó Saúl a decir a Jesé: «Te ruego que tu hijo David se quede a mi servicio, porque ha hallado gracia a mis ojos.» (I Samuel 16, 22)

  • Llamó entonces Jonatán a David, le contó todas estas palabras y llevó a David donde Saúl, y se quedó a su servicio como antes. (I Samuel 19, 7)

  • David dijo a Akís: «¿Qué he hecho yo y qué has hallado en tu siervo, desde el día en que me puse a tu servicio hasta hoy, para que no pueda ir a luchar contigo contra los enemigos del rey, mi señor?» (I Samuel 29, 8)

  • Depositaron sus armas en el templo de Astarté y colgaron su cuerpo de los muros de Bet San. (I Samuel 31, 10)

  • Decid también a Amasá: "¿No eres tú hueso mío y carne mía? Esto me haga Dios y esto me añada si no entras a mi servicio toda mi vida como jefe del ejército, en lugar de Joab."» (II Samuel 19, 14)


“Todas as graças que pedimos no nome de Jesus são concedidas pelo Pai eterno.” São Padre Pio de Pietrelcina