Talált 459 Eredmények: Segundo Libro de Samuel

  • La celebrarán el mes segundo, el día catorce, entre dos luces. La comerán con panes ázimos y hierbas amargas. (Números 9, 11)

  • El año segundo, el mes segundo, el día veinte del mes, se levantó la Nube de encima de la Morada del Testimonio, (Números 10, 11)

  • Por eso se dice en el libro de las Guerras de Yahveh: ... Vaheb, cerca de Sufá y el torrente del Arnón, (Números 21, 14)

  • El segundo cordero lo ofrecerás entre dos luces: lo ofrecerás con la misma oblación y libación que el de la mañana, como manjar abrasado de calmante aroma para Yahveh. (Números 28, 8)

  • El día segundo, doce novillos, dos carneros, catorce corderos de un año, sin tacha, (Números 29, 17)

  • Cuando suba al trono real, deberá escribir esta Ley para su uso, copiándola del libro de los sacerdotes levitas. (Deuteronomio 17, 18)

  • Si no cuidas de poner en práctica todas las palabras de esta Ley escritas en este libro, temiendo a ese nombre glorioso y temible, a Yahveh tu Dios, (Deuteronomio 28, 58)

  • Más todavía, todas las enfermedades y plagas que no se mencionan en el libro de esta Ley, las suscitará Yahveh contra ti, hasta destruirte. (Deuteronomio 28, 61)

  • Yahveh no se avendrá a perdonarle. Porque la ira y el celo de Yahveh se encenderán contra ese hombre, toda la imprecación escrita en este libro caerá sobre él, y Yahveh borrará su nombre de debajo de los cielos. (Deuteronomio 29, 19)

  • Yahveh le separará de todas las tribus de Israel, para su desgracia, conforme a todas las imprecaciones de la alianza escrita en el libro de esta Ley. (Deuteronomio 29, 20)

  • Por eso se ha encendido la ira de Yahveh contra este país y ha traído sobre él toda la maldición escrita en este libro. (Deuteronomio 29, 26)

  • si tú escuchas la voz de Yahveh tu Dios guardando sus mandamientos y sus preceptos, lo que está escrito en el libro de esta Ley, si te conviertes a Yahveh tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma. (Deuteronomio 30, 10)


“Não se desencoraje se você precisa trabalhar muito para colher pouco. Se você pensasse em quanto uma só alma custou a Jesus, você nunca reclamaria!” São Padre Pio de Pietrelcina