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El rey de Egipto dio también orden a las parteras de las hebreas, una de las cuales se llamaba Sifrá, y la otra Puá, (Exodo 1, 15)
diciéndoles: «Cuando asistáis a las hebreas, observad bien las dos piedras: si es niño, hacedle morir; si es niña dejadla con vida.» (Exodo 1, 16)
Respondieron las parteras a Faraón: «Es que las hebreas no son como las egipcias. Son más robustas, y antes que llegue la partera, ya han dado a luz.» (Exodo 1, 19)
Entonces dijo la hermana a la hija de Faraón: «¿Quieres que yo vaya y llame una nodriza de entre las hebreas para que te críe este niño?» (Exodo 2, 7)
«Para que crean que se te ha aparecido Yahveh, el Dios de sus padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob.» (Exodo 4, 5)
El rey de Egipto les replicó: «¿Por qué vosotros, Moisés y Aarón, apartáis al pueblo de sus trabajos? Idos a vuestra tarea.» (Exodo 5, 4)
id vosotros mismos a buscárosla donde la podáis hallar. Pero vuestra tarea no se disminuirá en nada.» (Exodo 5, 11)
Los capataces por su lado los apremiaban, diciendo: «Terminad la tarea que os ha sido fijada para cada día, como cuando había paja.» (Exodo 5, 13)
Moisés respondió: «No conviene que se haga así, porque el sacrificio que ofrecemos a Yahveh, nuestro Dios, es abominación para los egipcios. ¿No nos apedrearían los egipcios si ofreciéramos ante sus ojos un sacrificio que para ellos es abominable? (Exodo 8, 22)
y para que puedas contar a tu hijo, y al hijo de tu hijo, cómo me divertí con Egipto y las señales que realicé entre ellos, y sepáis que yo soy Yahveh.» (Exodo 10, 2)
Si un buey acornea a un hombre o a una mujer, y le causa la muerte, el buey será apedreado, y no se comerá su carne, pero el dueño del buey quedará exculpado. (Exodo 21, 28)
Mas si el buey acorneaba ya desde tiempo atrás, y su dueño, aun advertido, no le vigiló, y ese buey mata a un hombre o a una mujer, el buey será apedreado, y también su dueño morirá. (Exodo 21, 29)