Talált 85 Eredmények: �Anda

  • Los que le conocían de toda la vida le vieron profetizando con los profetas, y todos los del pueblo se decían entre sí: «¿Qué le ha pasado al hijo de Quis? ¿Conque también Saúl anda entre los profetas?» (I Samuel 10, 11)

  • y avisó Jonatán a David diciéndole: «Mi padre Saúl te busca para matarte. Anda sobre aviso mañana por la mañana; retírate a un lugar oculto y escóndete. (I Samuel 19, 2)

  • Mandaré al muchacho: "Anda, busca la flecha." Si digo al muchacho: "La flecha está más acá de ti, tómala," vienes, porque todo va bien para ti y no hay nada, por Yahveh. (I Samuel 20, 21)

  • Dio Jonatán sus armas al muchacho que estaba con él y le dijo: «Anda, llévalas a la ciudad.» (I Samuel 20, 40)

  • Su marido partió con ella; la seguía llorando detrás de ella, hasta Bajurim. Abner le dijo: «Anda vuélvete.» Y se volvió. (II Samuel 3, 16)

  • Respondió Natán al rey: «Anda, haz todo lo que te dicta el corazón, porque Yahveh está contigo.» (II Samuel 7, 3)

  • Dijo el rey: «¿No anda contigo la mano de Joab en todo esto?» Respondió la mujer: «Por tu vida, oh rey mi señor, que no se desvía ni a la derecha ni a la izquierda nada de lo que el rey mi señor dice. Tu siervo Joab me ha mandado y ha puesto en la boca de tu sierva todas estas palabras. (II Samuel 14, 19)

  • Entonces el rey dijo a Joab: «Mira, he decidido el asunto. Anda y haz que regrese el joven Absalón.» (II Samuel 14, 21)

  • Entonces David dijo a Ittay: «Anda y pasa.» Pasó Ittay de Gat con todos sus hombres y todas sus criaturas. (II Samuel 15, 22)

  • Y Joab dijo al kusita: «Anda y anuncia al rey lo que has visto.» El kusita se postró ante Joab y partió a la carrera. (II Samuel 18, 21)

  • Se encendió otra vez la ira de Yahveh contra los israelitas e incitó a David contra ellos diciendo: «Anda, haz el censo de Israel y de Judá.» (II Samuel 24, 1)

  • «Anda y di a David: Así dice Yahveh: Tres cosas te propongo; elije una de ellas y la llevaré a cabo.» (II Samuel 24, 12)


“No tumulto das paixões terrenas e das adversidades, surge a grande esperança da misericórdia inexorável de Deus. Corramos confiantes ao tribunal da penitência onde Ele, com ansiedade paterna, espera-nos a todo instante.” São Padre Pio de Pietrelcina