Talált 27 Eredmények: vanidad

  • un hombre está completamente solo, no tiene hijo ni hermano, pero nunca pone fin a su esfuerzo ni se sacia de ambicionar riquezas. Entonces, ¿para quién me esfuerzo y me privo del bienestar? También esto es vanidad y una tarea ingrata. (Eclesiastés 4, 8)

  • Era una multitud interminable la que él encabezaba. Pero los que vendrán después tampoco estarán contentos con él, porque también esto es vanidad y correr tras el viento. (Eclesiastés 4, 16)

  • El que ama el dinero no se sacia jamás, y al que ama la opulencia no le bastan sus ganancias. También esto es vanidad. (Eclesiastés 5, 9)

  • A uno Dios le ha dado riquezas, posesiones y honores, y no le falta nada de todo lo que desea. Pero Dios no le permite disfrutar de eso, sino que lo disfruta un extraño. Esto es vanidad y un mal penoso. (Eclesiastés 6, 2)

  • Vale más lo que se ve con los ojos que lo que se imagina con el deseo. También esto es vanidad y correr tras el viento. (Eclesiastés 6, 9)

  • Donde abundan las palabras, aumenta la vanidad, ¿y qué aprovecha eso al hombre? (Eclesiastés 6, 11)

  • porque como el crepitar de las espinas bajo la olla, así es la risa de los necios. Y también esto es vanidad. (Eclesiastés 7, 6)

  • Así, yo vi a hombres malvados que eran sepultados honrosamente: ellos partieron del Lugar santo, y en la ciudad se olvidaba cómo habían obrado. También esto es vanidad. (Eclesiastés 8, 10)

  • Hay una cosa vana que acontece sobre la tierra; a algunos justos les sucede lo que corresponde a la manera de obrar de los malvados, y a algunos malvados les sucede lo que corresponde a la manera de obrar de los justos. Yo digo que también esto es vanidad. (Eclesiastés 8, 14)

  • Sí, yo me puse a pensar en todo esto y vi que los justos, los sabios y sus acciones están en la mano de Dios. Pero el hombre ni siquiera sabe si es objeto de amor o de aversión. Todo lo que está ante él es vanidad, (Eclesiastés 9, 1)

  • Si un hombre vive muchos años, que disfrute de todos ellos, pero recuerde que serán muchos los días sombríos y que todo lo que sucede es vanidad. (Eclesiastés 11, 8)

  • ¡Vanidad, pura vanidad!, dice Cohélet. ¡Nada más que vanidad! (Eclesiastés 12, 8)


“Se precisamos ter paciência para suportar os defeitos dos outros, quanto mais ainda precisamos para tolerar nossos próprios defeitos!” São Padre Pio de Pietrelcina