Talált 521 Eredmények: muerte de los primogénitos
Porque si nos hemos identificado con Cristo por una muerte semejante a la suya, también nos identificaremos con él en la resurrección. (Romanos 6, 5)
Sabemos que Cristo, después de resucitar, no muere más, porque la muerte ya no tiene poder sobre él. (Romanos 6, 9)
Ni hagan de sus miembros instrumentos de injusticia al servicio del pecado, sino ofrézcanse ustedes mismos a Dios, como quienes han pasado de la muerte a la Vida, y hagan de sus miembros instrumentos de justicia al servicio de Dios. (Romanos 6, 13)
¿No saben que al someterse a alguien como esclavos para obedecerle, se hacen esclavos de aquel a quien obedecen, sea del pecado, que conduce a la muerte, sea de la obediencia que conduce a la justicia? (Romanos 6, 16)
Pero, ¿qué provecho sacaron entonces de las obras que ahora los avergüenzan? El resultado de esas obras es la muerte. (Romanos 6, 21)
Porque el salario del pecado es la muerte, mientras que el don gratuito de Dios es la Vida eterna, en Cristo Jesús, nuestro Señor. (Romanos 6, 23)
Porque mientras vivíamos según la naturaleza carnal, las malas pasiones, estimuladas por la Ley, obraban en nuestros miembros para hacernos producir frutos de muerte. (Romanos 7, 5)
y yo, en cambio, morí. Así resultó que el mandamiento que debía darme la vida, me llevó a la muerte. (Romanos 7, 10)
Porque el pecado, aprovechando la oportunidad que le daba el precepto, me sedujo y, por medio del precepto, me causó la muerte. (Romanos 7, 11)
¿Pero es posible que lo bueno me cause la muerte? ¡De ningún modo! Lo que pasa es que el pecado, a fin de mostrarse como tal, se valió de algo bueno para causarme la muerte, y así el pecado, por medio del precepto, llega a la plenitud de su malicia. (Romanos 7, 13)
¡Ay de mí! ¿Quién podrá librarme de este cuerpo que me lleva a la muerte? (Romanos 7, 24)
Porque la ley del Espíritu, que da la Vida, te ha librado, en Cristo Jesús, de la ley del pecado y de la muerte. (Romanos 8, 2)