Talált 29 Eredmények: lucha

  • Entonces Raquel dijo: "Sostuve con mi hermana una lucha muy grande, pero al fin he vencido". Y lo llamó Neftalí. (Génesis 30, 8)

  • "Ven, le dijeron; tú serás nuestro comandante en la lucha contra los amonitas". (Jueces 11, 6)

  • Tú me ceñiste de valor para la lucha, doblegaste ante mí a mis agresores; (II Samuel 22, 40)

  • Tú me ceñiste de valor para la lucha, doblegaste ante mí a mis agresores; (Salmos 18, 40)

  • De David. Bendito sea el Señor, mi Roca, el que adiestra mis brazos para el combate y mis manos para la lucha. (Salmos 144, 1)

  • Entonces reanudó la lucha y con él subió un poderoso ejército de impíos para ayudarlo a vengarse de los israelitas. (I Macabeos 3, 15)

  • Los hombres de Judas también tocaron las trompetas y la tierra tembló por el estruendo de los ejércitos. La lucha se inició al amanecer y duró hasta la tarde. (I Macabeos 9, 13)

  • La lucha se hizo más encarnizada, y hubo muchas víctimas de uno y otro bando. (I Macabeos 9, 17)

  • Por eso, hoy te elegimos a ti para que ocupes el lugar de tu hermano, y seas nuestro jefe y nuestro guía en la lucha que sostenemos". (I Macabeos 9, 30)

  • Simón le envió dos mil hombres elegidos para ayudarlo en la lucha, además de plata, oro y abundante material. (I Macabeos 15, 26)

  • Otros, vendían todo lo que les quedaba, y al mismo tiempo suplicaban al Señor que librara a los que el impío Nicanor ya tenía vendidos antes que comenzara la lucha. (II Macabeos 8, 14)

  • Con estas palabras, los enardeció para la lucha, y los animó a morir por las leyes y por la patria. Luego dividió el ejército en cuatro cuerpos, (II Macabeos 8, 21)


“Pobres e desafortunadas as almas que se envolvem no turbilhão de preocupações deste mundo. Quanto mais amam o mundo, mais suas paixões crescem, mais queimam de desejos, mais se tornam incapazes de atingir seus objetivos. E vêm, então, as inquietações, as impaciências e terríveis sofrimentos profundos, pois seus corações não palpitam com a caridade e o amor. Rezemos por essas almas desafortunadas e miseráveis, para que Jesus, em Sua infinita misericórdia, possa perdoá-las e conduzi-las a Ele.” São Padre Pio de Pietrelcina