Talált 203 Eredmények: llamó

  • La gloria del Dios de Israel se levantó de encima de los querubines sobre los cuales estaba, se dirigió hacia el umbral de la Casa, y llamó al hombre vestido de lino que tenía la cartera de escriba en la cintura. (Ezequiel 9, 3)

  • Pero el jefe de los eunucos les puso otros nombres: a Daniel lo llamó Beltasar; a Ananías, Sadrac; a Misael, Mesac, y a Azarías, Abed Negó. (Daniel 1, 7)

  • Cuando se acercó a él, llamó a Daniel con voz angustiosa. El rey tomó la palabra y dijo a Daniel: "Daniel, servidor del Dios viviente, ¿ha podido tu Dios, al que sirves con tanta constancia, salvarte de los leones?". (Daniel 6, 21)

  • Cuando estuvieron separados, Daniel llamó a uno de ellos y le dijo: "¡Hombre envejecido en el mal! Ahora han llegado al colmo los pecados que cometías anteriormente (Daniel 13, 52)

  • Él me llamó y me dijo: "Mira, los que avanzan hacia el país del Norte hacen reposar mi espíritu en ese país". (Zacarías 6, 8)

  • Continuando su camino, vio a otros dos hermanos: a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca con Zebedeo, su padre, arreglando las redes; y Jesús los llamó. (Mateo 4, 21)

  • Jesús llamó a la multitud y le dijo: «Escuchen y comprendan. (Mateo 15, 10)

  • Entonces Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: «Me da pena esta multitud, porque hace tres días que están conmigo y no tienen qué comer. No quiero despedirlos en ayunas, porque podrían desfallecer en el camino». (Mateo 15, 32)

  • Jesús llamó a un niño, lo puso en medio de ellos (Mateo 18, 2)

  • Al terminar el día, el propietario llamó a su mayordomo y le dijo: "Llama a los obreros y págales el jornal, comenzando por los últimos y terminando por los primeros". (Mateo 20, 8)

  • Pero Jesús los llamó y les dijo: «Ustedes saben que los jefes de las naciones dominan sobre ellas y los poderosos les hacen sentir su autoridad. (Mateo 20, 25)

  • Jesús se detuvo, los llamó y les preguntó: «¿Qué quieren que haga por ustedes?». (Mateo 20, 32)


“A divina bondade não só não rejeita as almas arrependidas, como também vai em busca das almas teimosas”. São Padre Pio de Pietrelcina