Talált 477 Eredmények: horno de fuego

  • ¿No habrá alguien entre ustedes que cierre las puertas, para que no enciendan en vano el fuego de mi altar? Yo no me complazco en ustedes, dice el Señor de los ejércitos, y no acepto las ofrendas de sus manos. (Malaquías 1, 10)

  • ¿Quién podrá soportar el Día de su venida? ¿Quién permanecerá de pie cuando aparezca? Porque él es como el fuego del fundidor y como la lejía de los lavanderos. (Malaquías 3, 2)

  • Porque llega el Día, abrasador como un horno. Todos los arrogantes y los que hacen el mal serán como paja; el Día que llega los consumirá, dice el Señor de los ejércitos, hasta no dejarles raíz ni rama. (Malaquías 3, 19)

  • El hacha ya está puesta a la raíz de los árboles: el árbol que no produce buen fruto será cortado y arrojado al fuego. (Mateo 3, 10)

  • Yo los bautizo con agua para que se conviertan; pero aquel que viene detrás de mí es más poderoso que yo, y yo ni siquiera soy digno de quitarle las sandalias. Él los bautizará en el Espíritu Santo y en el fuego. (Mateo 3, 11)

  • Tiene en su mano la horquilla y limpiará su era: recogerá su trigo en el granero y quemará la paja en un fuego inextinguible». (Mateo 3, 12)

  • Pero yo les digo que todo aquel que se irrita contra su hermano, será condenado por el tribunal. Y todo aquel que lo insulta, será castigado por el Sanedrín. Y el que lo maldice, será condenado a la Gehena de fuego. (Mateo 5, 22)

  • Si Dios viste así la hierba de los campos, que hoy existe y mañana será echada al fuego, ¡cuánto más hará por ustedes, hombres de poca fe! (Mateo 6, 30)

  • Al árbol que no produce frutos buenos se lo corta y se lo arroja al fuego. (Mateo 7, 19)

  • Así como se arranca la cizaña y se la quema en el fuego, de la misma manera sucederá al fin del mundo. (Mateo 13, 40)

  • y los arrojarán en el horno ardiente: allí habrá llanto y rechinar de dientes. (Mateo 13, 42)

  • para arrojarlos en el horno ardiente. Allí habrá llanto y rechinar de dientes. (Mateo 13, 50)


“Desapegue-se daquilo que não é de Deus e não leva a Deus”. São Padre Pio de Pietrelcina