Talált 477 Eredmények: horno de fuego
Entonces Nabucodonosor se acercó a la puerta del horno de fuego ardiente y, tomando la palabra, dijo: "Sadrac, Mesac y Abed Negó, servidores del Dios Altísimo, salgan y vengan". Y Sadrac, Mesac y Abed Negó salieron de en medio del fuego. (Daniel 3, 93)
Una vez reunidos los prefectos, los gobernadores y los cortesanos del rey, comprobaron que el fuego no había tenido poder sobre el cuerpo de aquellos hombres, que sus cabellos no se habían quemado, que sus mantos estaban intactos y que ni siquiera el olor del fuego se había adherido a ellos. (Daniel 3, 94)
Yo estuve mirando hasta que fueron colocados unos tronos y un Anciano se sentó. Su vestidura era blanca como la nieve y los cabellos de su cabeza como la lana pura; su trono, llamas de fuego, con ruedas de fuego ardiente. (Daniel 7, 9)
Un río de fuego brotaba y corría delante de él. Miles de millares lo servían, y centenares de miles estaban de pie en su presencia. El tribunal se sentó y fueron abiertos unos libros. (Daniel 7, 10)
Yo miraba a causa de las insolencias que decía el cuerno: estuve mirando hasta que el animal fue muerto, y su cuerpo destrozado y entregado al ardor del fuego. (Daniel 7, 11)
Su cuerpo brillaba como el crisólito, su rostro tenía el aspecto del relámpago, sus ojos eran como antorchas de fuego, sus brazos y sus piernas como el fulgor del bronce bruñido, y el sonido de sus palabras como el estruendo de una multitud. (Daniel 10, 6)
Hombres prudentes del pueblo instruirán a muchos, pero serán víctimas de la espada y del fuego, del cautiverio y del saqueo, durante algunos días. (Daniel 11, 33)
¡Son todos adúlteros! Se parecen a un horno encendido, que el panadero deja de avivar desde que se amasa la pasta hasta que ha fermentado. (Oseas 7, 4)
Porque ellos se acercaron encubiertamente, aunque su corazón es como un horno. Toda la noche se adormece su furor, y a la mañana se enciende como una llama de fuego. (Oseas 7, 6)
Todos ellos se inflaman como un horno y devoran a sus jefes. ¡Así han caído sus reyes uno tras otro, pero nadie entre ellos clama hacia mí! (Oseas 7, 7)
Israel se olvidó de su Creador y se construyó palacios; Judá multiplicó sus plazas fuertes, pero yo enviaré fuego a sus ciudades y él consumirá sus ciudadelas. (Oseas 8, 14)
Señor, yo clamo a ti, porque el fuego ha devorado los pastizales de la estepa, las llamas han consumido todos los árboles del campo. (Joel 1, 19)