Talált 43 Eredmények: habías
"¡Señor, Dios de mi padre Simeón! Tú pusiste en sus manos una espada vengadora contra aquellos extranjeros que arrancaron el velo de una virgen para violarla, desnudaron su cuerpo para avergonzarla y profanaron su seno para deshonrarla. Aunque tú habías dicho: ‘Eso no se hará’, ellos, sin embargo, lo hicieron. (Judit 9, 2)
Yo aprendí desde mi infancia, en mi familia paterna, que tú, Señor, elegiste a Israel entre todos los pueblos, y a nuestros padres entre todos sus antepasados, para que fueran tu herencia eternamente. ¡Y tú has hecho por ellos lo que habías prometido! (Ester 14, 5)
¡Seguro que lo sabes, porque ya habías nacido y es muy grande el número de tus días! (Job 38, 21)
Subieron a las montañas, bajaron por los valles, hasta el lugar que les habías señalado: (Salmos 104, 8)
Tú me ordenaste construir un Templo sobre tu santa montaña y un altar en la ciudad donde habitas, réplica del santo Tabernáculo que habías preparado desde el principio. (Sabiduría 9, 8)
mostrándoles por la sed que soportaron entonces cómo habías castigado a sus adversarios. (Sabiduría 11, 8)
Tú dirás en aquel día: Te doy gracias, Señor, porque te habías irritado contra mí, pero se ha apartado tu ira y me has consolado. (Isaías 12, 1)
Porque has temblado de rabia contra mí y tu insolencia ha subido a mis oídos, pondré mi garfio en tus narices y mi bozal en tus labios, y te haré volver por el camino por donde habías venido. (Isaías 37, 29)
Ahora son creadas, no desde hace tiempo; antes de hoy, nunca las habías oído para que no dijeras: "¡Ya las sabía!". (Isaías 48, 7)
No, tú no habías oído ni sabías nada, ni tus oídos fueron abiertos de antemano, porque yo sé que no haces más que traicionar y que te llaman "Rebelde desde el seno materno". (Isaías 48, 8)
Detrás de los postes de la puerta has colocado tu memorial; te has desnudado, bien lejos de mí, y has subido al lecho que habías tendido; has hecho un trato con uno de esos con quienes te gusta acostarte, y has contemplado la insignia. (Isaías 57, 8)
Hasta en los bordes de tu vestido se encuentra sangre de gente pobre, inocente, que tú no habías sorprendido perforando una pared. Y a pesar de todo esto, (Jeremías 2, 34)