Talált 418 Eredmények: fin del reinado de Saúl

  • El Señor dijo a Samuel: "¿Hasta cuándo vas a estar lamentándote por Saúl, si yo lo he rechazado para que no reine más sobre Israel? ¡Llena tu frasco de aceite y parte! Yo te envío a Jesé, el de Belén, porque he visto entre sus hijos al que quiero como rey". (I Samuel 16, 1)

  • Samuel respondió: "¿Cómo voy a ir? Si se entera Saúl, me matará". Pero el Señor replicó: "Llevarás contigo una ternera y dirás: ‘Vengo a ofrecer un sacrificio al Señor’. (I Samuel 16, 2)

  • El espíritu del Señor se había retirado de Saúl, y lo atormentaba un mal espíritu, enviado por el Señor. (I Samuel 16, 14)

  • Saúl respondió a sus servidores: "Sí, búsquenme un hombre que toque bien y tráiganlo". (I Samuel 16, 17)

  • Entonces Saúl envió unos mensajeros a Jesé para decirle: "Envíame a tu hijo David, que está con el rebaño". (I Samuel 16, 19)

  • Jesé tomó un asno, pan, un odre de vino y un cabrito, y se los envió a Saúl con su hijo David. (I Samuel 16, 20)

  • David se presentó a Saúl y se puso a su servicio. Saúl le tomó un gran afecto y lo hizo su escudero. (I Samuel 16, 21)

  • Y cuando un espíritu de Dios asaltaba a Saúl, David tomaba la cítara y tocaba. Saúl se calmaba y se sentía aliviado, y el mal espíritu se retiraba de él. (I Samuel 16, 23)

  • También Saúl y los hombres de Israel se reunieron y acamparon en el valle del Terebinto, y se dispusieron en orden de batalla frente a los filisteos. (I Samuel 17, 2)

  • El filisteo se detuvo y gritó a las filas de Israel: "¿Para qué salen a presentar batalla? ¿No soy yo el filisteo y ustedes los esclavos de Saúl? Elijan a un hombre, y que baje a enfrentarme. (I Samuel 17, 8)

  • Saúl y todo Israel, al oír estas palabras del filisteo, quedaron espantados y sintieron un gran temor. (I Samuel 17, 11)

  • David era hijo de aquel Efrateo de Belén de Judá, llamado Jesé, que tenía ocho hijos. En tiempos de Saúl, Jesé era ya un hombre viejo, de edad avanzada, (I Samuel 17, 12)


“O mal não se vence com o mal, mas com o bem, que tem em si uma força sobrenatural.” São Padre Pio de Pietrelcina