Talált 68 Eredmények: extendió
Entonces el Macabeo, al ver las tropas que tenía delante, la variedad de las armas con que estaban equipadas y la ferocidad de los elefantes, extendió las manos hacia el cielo e invocó al Señor que hace prodigios, porque sabía muy bien que no es por medio de las armas, sino de la manera como él lo decide, que otorga la victoria a los que la merecen. (II Macabeos 15, 21)
Así habla Dios, el Señor, el que creó el cielo y lo desplegó, el que extendió la tierra y lo que ella produce, el que da el aliento al pueblo que la habita y el espíritu a los que caminan por ella. (Isaías 42, 5)
¿Olvidas acaso al Señor, que te hizo, que extendió el cielo y fundó la tierra? ¿Temblarás sin cesar, todo el día, ante la furia del opresor, cuando se dispone a destruir? Pero ¿dónde está la furia del opresor? (Isaías 51, 13)
El Señor extendió su mano, tocó mi boca y me dijo: "Yo pongo mis palabras en tu boca. (Jeremías 1, 9)
Con su poder él hizo la tierra, con su sabiduría afianzó el mundo, y con su inteligencia extendió el cielo. (Jeremías 10, 12)
Con su poder, él hizo la tierra, con su sabiduría, afianzó el mundo, y con su inteligencia extendió el cielo. (Jeremías 51, 15)
El adversario extendió su mano hacia todos sus tesoros. ¡Sí, ella ha visto a los paganos entrar en su Santuario, aunque tú mismo habías prohibido que entraran en tu asamblea! (Lamentaciones 1, 10)
Extendió algo así como una mano y me tomó por un mechón de mis cabellos. Un espíritu me levantó entre la tierra y el cielo y me llevó en una visión divina a Jerusalén, hasta la entrada de la puerta interior que da hacia el norte, allí donde está emplazado el Ídolo de los celos que provoca los celos de Dios. (Ezequiel 8, 3)
El querubín extendió su mano hacia el fuego que estaba entre los querubines, lo tomó y lo puso en las manos del hombre vestido de lino: este lo recibió y salió. (Ezequiel 10, 7)
Tu fama se extendió entre las naciones, porque tu belleza era perfecta gracias al esplendor con que yo te había adornado -oráculo del Señor-. (Ezequiel 16, 14)
Su fama se extendió por toda la Siria, y le llevaban a todos los enfermos, afligidos por diversas enfermedades y sufrimientos: endemoniados, epilépticos y paralíticos, y él los curaba. (Mateo 4, 24)
Jesús extendió la mano y lo tocó, diciendo: «Lo quiero, queda purificado». Y al instante quedó purificado de su lepra. (Mateo 8, 3)