Talált 181 Eredmények: cuidado del prójimo

  • No tendrás relaciones con la mujer de tu prójimo, haciéndote impuro con ella. (Levítico 18, 20)

  • No oprimirás a tu prójimo ni lo despojarás; y no retendrás hasta la mañana siguiente el salario del jornalero. (Levítico 19, 13)

  • No cometerás ninguna injusticia en los juicios. No favorecerás arbitrariamente al pobre ni te mostrarás complaciente con el rico: juzgarás a tu prójimo con justicia. (Levítico 19, 15)

  • No difamarás a tus compatriotas, ni pondrás en peligro la vida de tu prójimo. Yo soy el señor. (Levítico 19, 16)

  • No serás vengativo con tus compatriotas ni les guardarás rencor. Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo soy el Señor. (Levítico 19, 18)

  • Si un hombre comete adulterio con la mujer de su prójimo, los dos serán castigados con la muerte. (Levítico 20, 10)

  • Instruye a Aarón y a sus hijos, para que tengan mucho cuidado con los dones sagrados que me consagran los israelitas, no sea que profanen mi santo Nombre. Yo soy el Señor. (Levítico 22, 2)

  • Si alguien lesiona a su prójimo, lo mismo que él hizo se le hará a él: (Levítico 24, 19)

  • Tú encomendarás a los levitas el cuidado de la Morada del Testimonio, de sus enseres y de todo lo que está relacionado con ella. Ellos transportarán la Morada y todos sus enseres, se encargarán de su servicio y acamparán alrededor de ella. (Números 1, 50)

  • Los hijos de Merarí tenían a su cargo el cuidado de los bastidores de la Morada, sus travesaños, sus postes, sus bases y todos sus enseres: todo el servicio relacionado con esos objetos. (Números 3, 36)

  • Los gersonitas harán su trabajo bajo las órdenes de Aarón y de sus hijos, tanto lo que se refiere al transporte cuanto al servicio: ustedes los harán responsables del cuidado de toda su carga. (Números 4, 27)

  • El Señor dijo a Aarón: Yo te encomiendo el cuidado de mis ofrendas, es decir, de los dones sagrados de los israelitas. Te entrego todo eso, a ti y a tus hijos, como algo que les es debido, como un derecho irrevocable. (Números 18, 8)


“A divina bondade não só não rejeita as almas arrependidas, como também vai em busca das almas teimosas”. São Padre Pio de Pietrelcina