Talált 475 Eredmények: ciudades

  • "¿Acaso el Señor no recordó y tuvo bien presente ese incienso que ustedes quemaban en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén, ustedes y sus padres, sus reyes y sus príncipes, y también el pueblo del país? (Jeremías 44, 21)

  • Traigan sal para Moab, porque será completamente destruido; sus ciudades serán una desolación, donde nadie habita. (Jeremías 48, 9)

  • contra Queriot, contra Bosrá, y contra todas las ciudades del país de Moab, lejanas y cercanas. (Jeremías 48, 24)

  • ¡Abandonen las ciudades y habiten en las rocas, habitantes de Moab! ¡Hagan como la paloma que pone su nido en las laderas de un barranco! (Jeremías 48, 28)

  • Las ciudades son tomadas, conquistadas las plazas fuertes. El corazón de los valientes de Moab, en ese día, es como el corazón de una parturienta. (Jeremías 48, 41)

  • Para los amonitas. Así habla el Señor: ¿Acaso Israel no tiene hijos, no tiene heredero? ¿Por qué Milcóm ha heredado Gad y su pueblo se ha establecido en sus ciudades? (Jeremías 49, 1)

  • Por eso llegan los días -oráculo del Señor- en que haré oír a Rabá de los amonitas el grito de guerra: ella será una colina desolada, sus ciudades serán incendiadas, e Israel heredará a sus herederos, dice el Señor. (Jeremías 49, 2)

  • Sí, lo juro por mí mismo -oráculo del Señor-: Bosrá se convertirá en devastación, oprobio, desierto y maldición, y todas sus ciudades serán ruinas eternas. (Jeremías 49, 13)

  • Como en la catástrofe de Sodoma y Gomorra, y de sus ciudades vecinas -dice el Señor- allí no habitará más ningún hombre, no residirá ningún ser humano. (Jeremías 49, 18)

  • Entonces tropezará y caerá la Arrogante, sin que nadie la haga levantar. Prenderé fuego a sus ciudades y él devorará todos sus contornos. (Jeremías 50, 32)

  • Como cuando Dios provocó la catástrofe de Sodoma y Gomorra y de sus ciudades vecinas -oráculo del Señor- allí no habitará más ningún hombre, no residirá ningún ser humano. (Jeremías 50, 40)

  • Sus ciudades son una devastación, un páramo, una estepa, nadie habita en ellas, por allí no pasa ningún hombre. (Jeremías 51, 43)


“Não há nada mais inaceitável do que uma mulher caprichosa, frívola e arrogante, especialmente se é casada. Uma esposa cristã deve ser uma mulher de profunda piedade em relação a Deus, um anjo de paz na família, digna e agradável em relação ao próximo.” São Padre Pio de Pietrelcina