Talált 382 Eredmények: amor al prójimo

  • desde que nos hemos enterado de la fe que tienen en Cristo Jesús y del amor que demuestran a todos los santos, (Colosenses 1, 4)

  • y por él conocimos el amor que el Espíritu les inspira. (Colosenses 1, 8)

  • Mi deseo es que se sientan animados y que, unidos estrechamente en el amor, adquieran la plenitud de la inteligencia en toda su riqueza. Así conocerán el misterio de Dios, que es Cristo, (Colosenses 2, 2)

  • Sobre todo, revístanse del amor, que es el vínculo de la perfección. (Colosenses 3, 14)

  • y sin cesar tenemos presente delante de Dios, nuestro Padre, cómo ustedes han manifestado su fe con obras, su amor con fatigas y su esperanza en nuestro Señor Jesucristo con una firme constancia. (I Tesalonicenses 1, 3)

  • Pero ahora Timoteo acaba de regresar de allí con buenas noticias sobre la fe y el amor de ustedes, y él nos cuenta cómo nos recuerdan siempre con cariño y tienen el mismo deseo que nosotros de volver a vernos. (I Tesalonicenses 3, 6)

  • Que el Señor los haga crecer cada vez más en el amor mutuo y hacia todos los demás, semejante al que nosotros tenemos por ustedes. (I Tesalonicenses 3, 12)

  • Acerca del amor fraterno, no es necesario que les escriba, porque Dios mismo les ha enseñado a amarse los unos a los otros, (I Tesalonicenses 4, 9)

  • Nosotros, por el contrario, seamos sobrios, ya que pertenecemos al día: revistámonos con la coraza de la fe y del amor, y cubrámonos con el casco de la esperanza de la salvación. (I Tesalonicenses 5, 8)

  • Hermanos, siempre debemos dar gracias a Dios a causa de ustedes, y es justo que lo hagamos, porque la fe de ustedes progresa constantemente y se acrecienta el amor de cada uno hacia los demás. (II Tesalonicenses 1, 3)

  • Que el Señor los encamine hacia el amor de Dios y les dé la perseverancia de Cristo. (II Tesalonicenses 3, 5)

  • Te hice este pedido con el fin de suscitar el amor que brota de un corazón puro, de una buena conciencia y de una fe sincera. (I Timoteo 1, 5)


“Leve Deus aos doente; valera’ mais do que qualquer tratamento!” São Padre Pio de Pietrelcina